Publicado en Huelva Información el día 14 de agosto de 1994
La acampada corta y aislada, es decir, aquélla que se realiza por espacio de unas horas o incluso haciendo noche en el lugar, y en zonas donde no existan aglomeraciones, ni daña el medio ambiente; pues quien acampa de ésta manera es por regla general amante de la naturaleza y por tanto consciente del deterioro de la misma, ni daña la imagen turística. Yo diría que hasta es una bonita estampa que sintoniza con la naturaleza. Nada tengo pues, en contra de la acampada libre, al contrario, me gusta y a veces lo practico, pero insisto, siempre que sea una acampada corta y aislada.
Lo que está ocurriendo en las playas de Mazagón y en especial en la zona de la Estrella, es de juzgado de guardia. Numerosos campistas se hacinan como hormigas en precarias condiciones higiénico- sanitarias, poniendo en peligro su propia salud y la de todos los que se acerquen por allí.
Algunos llegan para pasar un fin de semana y ante la permisividad o indiferencia de las autoridades competentes, vuelven y repiten. Otros, que ya conocen de años anteriores la anarquía de la zona, van y se instalan para una semana o más. Al carecer de las necesidades más fundamentales, hacen mal uso de las duchas instaladas en la playa: lavan lechuga, hacen la colada y guardan cola para llenar garrafas. Como es lógico, orinan y hacen las deposiciones en los alrededores y a veces el olor a sardinas se mezcla con un insoportable olor a excrementos. Las bolsas de basura se apiñan por doquier, siendo nidos de todo tipo de insectos.
La imagen tercermundista que presentan estas acampadas incide negativamente en el desarrollo turístico del sector. En España existe una amplia oferta turística, lo que hace que el turista de calidad, el que se deja las “pelas”, rechace lo malo, lo mediocre, y busque solamente lo bueno. Lamentablemente ante tan desoladora imagen tomará otro rumbo y es difícil que vuelva por estas costas. Huelva será para ellos un lugar sucio y abandonado.
El incremento de las acampadas masivas en las playas de Mazagón, es cada año más alarmante, el sector empresarial y concretamente los empresarios de camping, afectados por la crisis económica que todos estamos sufriendo, han alzado la voz en contra de la proliferación de estos campistas, precisamente los responsables de estas instalaciones, son en gran medida los responsables del problema. Ellos con sus abusivos precios espantan al turismo humilde y lo llevan a realizar estas acampadas desordenadas.
Todas las personas tienen derecho aun tiempo de ocio, aun periodo de descanso que los relaje de los agobios y tensiones de todo un año de trabajo, pero no todos tienen chalé o apartamento, ni medios económicos suficientes para poder alquilarlos, y los campings resultan caros para lo poco que ofrecen al cliente. No pretendo ahora defender a estas gentes, creo que he dejado suficientemente claro mi postura sobre el tema, pero hay que ser objetivo y ver las cosas con claridad. Ir de camping no es algo que esté al alcance de todo el mundo.
La solución de este conflicto no es nada fácil. En primer lugar los empresarios de campings deben abaratar los precios para que sean más asequibles y todos tengan acceso a ellos y, por supuesto, ofrecer más y mejores servicios al cliente, pero sin ayudas ni subvenciones, porque en este país todo el mundo llora a papá Estado y así nos luce el pelo. Después es necesario un mayor control y vigilancia de los lugares de posibles acampadas, advirtiendo con carteles la normativa vigente de la Ley de costas, y aplicar las sanciones correspondientes a quien haga caso omiso de ellos. Por último los vigilantes de la playa tienen que dejar de ser una simple figura decorativa y cumplir con su cometido como auxiliares de la Policía, velando por la seguridad del veraneante y denunciando todos los hechos irregulares ante la autoridad competente.
José Antonio Mayo Abargues
La acampada corta y aislada, es decir, aquélla que se realiza por espacio de unas horas o incluso haciendo noche en el lugar, y en zonas donde no existan aglomeraciones, ni daña el medio ambiente; pues quien acampa de ésta manera es por regla general amante de la naturaleza y por tanto consciente del deterioro de la misma, ni daña la imagen turística. Yo diría que hasta es una bonita estampa que sintoniza con la naturaleza. Nada tengo pues, en contra de la acampada libre, al contrario, me gusta y a veces lo practico, pero insisto, siempre que sea una acampada corta y aislada.
Lo que está ocurriendo en las playas de Mazagón y en especial en la zona de la Estrella, es de juzgado de guardia. Numerosos campistas se hacinan como hormigas en precarias condiciones higiénico- sanitarias, poniendo en peligro su propia salud y la de todos los que se acerquen por allí.
Algunos llegan para pasar un fin de semana y ante la permisividad o indiferencia de las autoridades competentes, vuelven y repiten. Otros, que ya conocen de años anteriores la anarquía de la zona, van y se instalan para una semana o más. Al carecer de las necesidades más fundamentales, hacen mal uso de las duchas instaladas en la playa: lavan lechuga, hacen la colada y guardan cola para llenar garrafas. Como es lógico, orinan y hacen las deposiciones en los alrededores y a veces el olor a sardinas se mezcla con un insoportable olor a excrementos. Las bolsas de basura se apiñan por doquier, siendo nidos de todo tipo de insectos.
La imagen tercermundista que presentan estas acampadas incide negativamente en el desarrollo turístico del sector. En España existe una amplia oferta turística, lo que hace que el turista de calidad, el que se deja las “pelas”, rechace lo malo, lo mediocre, y busque solamente lo bueno. Lamentablemente ante tan desoladora imagen tomará otro rumbo y es difícil que vuelva por estas costas. Huelva será para ellos un lugar sucio y abandonado.
El incremento de las acampadas masivas en las playas de Mazagón, es cada año más alarmante, el sector empresarial y concretamente los empresarios de camping, afectados por la crisis económica que todos estamos sufriendo, han alzado la voz en contra de la proliferación de estos campistas, precisamente los responsables de estas instalaciones, son en gran medida los responsables del problema. Ellos con sus abusivos precios espantan al turismo humilde y lo llevan a realizar estas acampadas desordenadas.
Todas las personas tienen derecho aun tiempo de ocio, aun periodo de descanso que los relaje de los agobios y tensiones de todo un año de trabajo, pero no todos tienen chalé o apartamento, ni medios económicos suficientes para poder alquilarlos, y los campings resultan caros para lo poco que ofrecen al cliente. No pretendo ahora defender a estas gentes, creo que he dejado suficientemente claro mi postura sobre el tema, pero hay que ser objetivo y ver las cosas con claridad. Ir de camping no es algo que esté al alcance de todo el mundo.
La solución de este conflicto no es nada fácil. En primer lugar los empresarios de campings deben abaratar los precios para que sean más asequibles y todos tengan acceso a ellos y, por supuesto, ofrecer más y mejores servicios al cliente, pero sin ayudas ni subvenciones, porque en este país todo el mundo llora a papá Estado y así nos luce el pelo. Después es necesario un mayor control y vigilancia de los lugares de posibles acampadas, advirtiendo con carteles la normativa vigente de la Ley de costas, y aplicar las sanciones correspondientes a quien haga caso omiso de ellos. Por último los vigilantes de la playa tienen que dejar de ser una simple figura decorativa y cumplir con su cometido como auxiliares de la Policía, velando por la seguridad del veraneante y denunciando todos los hechos irregulares ante la autoridad competente.
José Antonio Mayo Abargues