José Antonio Mayo Abargues
Publicado en Huelva Información el 29 de febrero de 2008
La instalación de una antena de telefonía móvil, junto a un instituto, una guardería, un polideportivo y en la proximidad de varias urbanizaciones, está siendo motivo de controversia entre el ayuntamiento y los vecinos de Mazagón.
Es evidente que cada vez son más los ciudadanos que se preocupan por los efectos sobre la salud que tienen las antenas de telefonía móvil instaladas en las proximidades de los núcleos urbanos. Y los que decidimos manifestar esa preocupación públicamente, no pretendemos generar una alarma social con creencias infundadas, sino expresar una opinión basada en datos documentados y en hechos constatados.
Aunque las compañías de telefonía aseguran que las antenas repetidoras son inocuas, no hay ningún estudio científico que avale esta afirmación. Sin embargo, sí hay numerosos estudios sobre los nefastos efectos que las ondas electromagnéticas tienen sobre el organismo humano, que son minimizados, cuando no silenciados por las propias compañías. Sirva como ejemplo el estudio realizado por el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud de los Estados Unidos, que ha clasificado los campos electromagnéticos como un elemento carcinógeno.
Hay numerosos casos de cáncer y otras patologías que se vinculan con la proximidad de antenas repetidoras, y que han sido recogidos por la prensa española, pero sólo voy a citar uno muy significativo publicado en El Periódico de Aragón el 10/11/2007: En el barrio de Juslibol (Zaragoza), donde hay instaladas doce antenas, se ha detectado un incremento de cáncer, insomnio y otras alteraciones. Cada 60 vecinos hay 10 con cáncer.
Tanto la Organización Mundial de la Salud, como la Unión Europea aconsejan aplicar el principio de cautela y prevención, por lo que se deben duplicar las distancias de seguridad recomendadas para minimizar los niveles de emisión.
La falta de información genera miedos, incertidumbres y angustias, pero afortunadamente, el acceso a la información del que disponemos hoy, despeja estas dudas y enriquece nuestros conocimientos, poniéndonos en guardia para defendernos de las negligencias de las compañías y de los “politiquillos” de turno, nada escrupulosos, que les importa un bledo la salud de los ciudadanos.
Es evidente que cada vez son más los ciudadanos que se preocupan por los efectos sobre la salud que tienen las antenas de telefonía móvil instaladas en las proximidades de los núcleos urbanos. Y los que decidimos manifestar esa preocupación públicamente, no pretendemos generar una alarma social con creencias infundadas, sino expresar una opinión basada en datos documentados y en hechos constatados.
Aunque las compañías de telefonía aseguran que las antenas repetidoras son inocuas, no hay ningún estudio científico que avale esta afirmación. Sin embargo, sí hay numerosos estudios sobre los nefastos efectos que las ondas electromagnéticas tienen sobre el organismo humano, que son minimizados, cuando no silenciados por las propias compañías. Sirva como ejemplo el estudio realizado por el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud de los Estados Unidos, que ha clasificado los campos electromagnéticos como un elemento carcinógeno.
Hay numerosos casos de cáncer y otras patologías que se vinculan con la proximidad de antenas repetidoras, y que han sido recogidos por la prensa española, pero sólo voy a citar uno muy significativo publicado en El Periódico de Aragón el 10/11/2007: En el barrio de Juslibol (Zaragoza), donde hay instaladas doce antenas, se ha detectado un incremento de cáncer, insomnio y otras alteraciones. Cada 60 vecinos hay 10 con cáncer.
Tanto la Organización Mundial de la Salud, como la Unión Europea aconsejan aplicar el principio de cautela y prevención, por lo que se deben duplicar las distancias de seguridad recomendadas para minimizar los niveles de emisión.
La falta de información genera miedos, incertidumbres y angustias, pero afortunadamente, el acceso a la información del que disponemos hoy, despeja estas dudas y enriquece nuestros conocimientos, poniéndonos en guardia para defendernos de las negligencias de las compañías y de los “politiquillos” de turno, nada escrupulosos, que les importa un bledo la salud de los ciudadanos.