Calle del Choco
FOTO: MAZAGÓN BEACH
Publicado en Odiel Información el 18 de septiembre de 2008
Ha llegado septiembre y el verano se ha terminado, pero no el climatológico, que todavía nos puede dar algunas sorpresas, sino el vacacional. Los malditos despertadores han empezado a sonar y es hora de salir del letargo y de volver a un mundo cargado de responsabilidades que nos mantendrán encadenados hasta el próximo verano. Las vacaciones, ése período de inactividad laboral con el que soñamos durante once meses, se esfuman en un periquete sin que casi nos demos cuenta.
En los primeros días de septiembre, Mazagón ha visto disminuida su población considerablemente. Algunas discotecas han cerrado ya sus puertas hasta la próxima temporada, y otros negocios están pensando en echar las persianas para disfrutar de un merecido descanso; mientras los últimos veraneantes hacen sus maletas, llevando dentro de ellas una parte de Mazagón a modo de recuerdos que les hará superar ese trastorno del estado de ánimo que se llama síndrome post-vacacional.
El primer indicativo de que la temporada estival ha terminado son los aparcamientos: calles donde hace tan sólo unos días era imposible dejar el coche a las doce del mediodía, están ahora a tu entera disposición.
Los que se han ido a la jungla urbana estarán pensando ahora en volver al gimnasio para bajar esos quilillos de más que han puesto en la barra del chiringuito, o habrán empezado alguna colección por fascículos que los tendrá entretenidos para no caer en la depresión del ánimo. Los que no tenemos más remedio que quedarnos aquí, porque es aquí donde vivimos, estamos comenzando a disfrutar de un clima relajado y familiar que ya echábamos de menos. Ya no hay que guardar la cola para sentarse en una terraza de la calle del Choco, ni esperar en Casa Hilaria a que se termine de hacer el pan, ni madrugar para no quedarte sin periódico el domingo, ni pedir cita en la peluquería de Tomás; ni pagar un impuesto “voluntario” por aparcar el coche en una zona pública o en una explanada de arena.
El bacalao de Ginés, los montaditos de Akimismo, la mojama de La Tasquita, y el Cojonudo de La Sal, saben ahora de otra manera. Si tú eres uno de esos desafortunados que les ha tocado pringar durante todo el verano, y estás pensando en unas vacaciones sosegadas para cargar las pilas y volver a afrontar esta vida con energía, aprovéchate de todas estas ventajas que te ofrece Mazagón y ven a visitarlo. No te arrepentirás.
José Antonio Mayo Abargues
Ha llegado septiembre y el verano se ha terminado, pero no el climatológico, que todavía nos puede dar algunas sorpresas, sino el vacacional. Los malditos despertadores han empezado a sonar y es hora de salir del letargo y de volver a un mundo cargado de responsabilidades que nos mantendrán encadenados hasta el próximo verano. Las vacaciones, ése período de inactividad laboral con el que soñamos durante once meses, se esfuman en un periquete sin que casi nos demos cuenta.
En los primeros días de septiembre, Mazagón ha visto disminuida su población considerablemente. Algunas discotecas han cerrado ya sus puertas hasta la próxima temporada, y otros negocios están pensando en echar las persianas para disfrutar de un merecido descanso; mientras los últimos veraneantes hacen sus maletas, llevando dentro de ellas una parte de Mazagón a modo de recuerdos que les hará superar ese trastorno del estado de ánimo que se llama síndrome post-vacacional.
El primer indicativo de que la temporada estival ha terminado son los aparcamientos: calles donde hace tan sólo unos días era imposible dejar el coche a las doce del mediodía, están ahora a tu entera disposición.
Los que se han ido a la jungla urbana estarán pensando ahora en volver al gimnasio para bajar esos quilillos de más que han puesto en la barra del chiringuito, o habrán empezado alguna colección por fascículos que los tendrá entretenidos para no caer en la depresión del ánimo. Los que no tenemos más remedio que quedarnos aquí, porque es aquí donde vivimos, estamos comenzando a disfrutar de un clima relajado y familiar que ya echábamos de menos. Ya no hay que guardar la cola para sentarse en una terraza de la calle del Choco, ni esperar en Casa Hilaria a que se termine de hacer el pan, ni madrugar para no quedarte sin periódico el domingo, ni pedir cita en la peluquería de Tomás; ni pagar un impuesto “voluntario” por aparcar el coche en una zona pública o en una explanada de arena.
El bacalao de Ginés, los montaditos de Akimismo, la mojama de La Tasquita, y el Cojonudo de La Sal, saben ahora de otra manera. Si tú eres uno de esos desafortunados que les ha tocado pringar durante todo el verano, y estás pensando en unas vacaciones sosegadas para cargar las pilas y volver a afrontar esta vida con energía, aprovéchate de todas estas ventajas que te ofrece Mazagón y ven a visitarlo. No te arrepentirás.
José Antonio Mayo Abargues