FOTO: David Prieto
UN VERANO EN MAZAGÓN
FUENTE: http://www.lascosasclaras.com/
Ya, a la vuelta de la esquina, solo nos quedará el recuerdo de ese último verano que se nos va, solo quedará la sensación de vacío como si nos faltara algo sin saber qué. Y es que el verano es mucho verano, nos llena de recuerdos y alegrías, de sensaciones y encuentros con viejos amigos del verano anterior, del olor de esa ciudad que disfrutamos, del sabor del salitre de la playa. Lástima, nos queda un buen trecho hasta el próximo verano, pero llegará. Al menos para algunos.
Pero la vida sigue. Y el recuerdo de un verano en Mazagón también va a seguir conmigo durante mucho tiempo. Mazagón, en la costa oriental de Huelva es un pequeño pueblo costero de unos cuatro mil habitantes cuya población vive de la industria cercana y de la proximidad de Huelva, lugar de trabajo de la mayoría de sus habitantes.
Sus edificios son en una gran mayoría de baja edificación, En Mazagón no llegó la locura de la construcción ni creo que llegue por su proximidad a Doñana, chalets pareados e individuales en dos zonas muy diferenciadas entre si. Ciparsa, en lo alto de un pequeño acantilado, un hermoso pinar que se entremezcla entre chalets de grandes parcelas, un lugar idílico, un rincón perfecto para retirarse.
La otra parte es la ciudad en sí, bares, comercios, pequeños hoteles y viviendas muy repartidas entre grandes pinares, donde su olor invade toda la población. Casas muy cuidadas con jardines envidiables invadidos de buganvillas, jazmines y damas de noche que hacen de las noches un gran alarde de perfumes. Y el faro que emerge majestuoso en plena ciudad.
El verano de Mazagón es un verano a la antigua, un verano pueblerino, un verano donde te codeas con los pescadores, a los que les puedes comprar directamente sus capturas, un verano sin exigencias, en Mazagón nadie es extraño.
La calle del Choco es la calle popular de esta ciudad, llena de bares donde se puede degustar los más frescos pescados de la costa, sardinas, chocos, acedías, lenguados, corvina, boquerones y langostinos vivos, todo pescado a escasos metros de la playa. Bares con solera como “El choco” (de ahí le viene el nombre a la calle), Olimpia, Torre del Loro, en cualquiera de ellos puedes disfrutar de lo mas fresco del mar. Y por supuesto, las mejores gambas de Huelva y unas coquinas exquisitas. El restaurante Las Dunas con su amigable dueño, Juan siempre sonrisa en ristre, buenas comidas, arroces, carnes y como no pescados al cualquier estilo. El Remo es otros de esos restaurantes a pie de playa donde el deleite de un buen almuerzo o cena se eterniza, uno no quiere irse.
Tascas en la calle del negro. La tasca de Ginés es un sitio de esos de los vinos y chupitos con tapa de bacalao, queso o chacina de la sierra de Huelva. Un lugar tipo taberna de hace cuarenta años muy entrañable. Cafeterías como París, Europa o La Extremeña, donde te puedes pasar unos buenos momentos con improvisados contertulios.
Un pequeño tren de esos que recorren las calles hace las delicias de los más pequeños, y de los mayores, no crean, realizan un recorrido por lo más significativo de la ciudad.
Mazagón es… eso, un pequeño pueblo nada pretencioso, bonito, agradable, con buena gente y preciosos atardeceres. Con un puerto deportivo de los mayores de Andalucía y unas playas de arenas muy finas y envidiables. Largas playas, interminables playas donde poder disfrutar. Muy cerca Doñana, Matalascañas que se une a Mazagón en kilómetros de playas desérticas y acantilados de arcilla muy variopinto llamado Playas de Castilla, lleno de colorido que se refuerzan al atardecer cuando se refleja en ellos el color violeta de sus tardes.
Habrá que volver a Mazagón. Por allí se dice que lo mejor de Mazagón es su cálido invierno. ¿Será verdad?
FUENTE: http://www.lascosasclaras.com/
Ya, a la vuelta de la esquina, solo nos quedará el recuerdo de ese último verano que se nos va, solo quedará la sensación de vacío como si nos faltara algo sin saber qué. Y es que el verano es mucho verano, nos llena de recuerdos y alegrías, de sensaciones y encuentros con viejos amigos del verano anterior, del olor de esa ciudad que disfrutamos, del sabor del salitre de la playa. Lástima, nos queda un buen trecho hasta el próximo verano, pero llegará. Al menos para algunos.
Pero la vida sigue. Y el recuerdo de un verano en Mazagón también va a seguir conmigo durante mucho tiempo. Mazagón, en la costa oriental de Huelva es un pequeño pueblo costero de unos cuatro mil habitantes cuya población vive de la industria cercana y de la proximidad de Huelva, lugar de trabajo de la mayoría de sus habitantes.
Sus edificios son en una gran mayoría de baja edificación, En Mazagón no llegó la locura de la construcción ni creo que llegue por su proximidad a Doñana, chalets pareados e individuales en dos zonas muy diferenciadas entre si. Ciparsa, en lo alto de un pequeño acantilado, un hermoso pinar que se entremezcla entre chalets de grandes parcelas, un lugar idílico, un rincón perfecto para retirarse.
La otra parte es la ciudad en sí, bares, comercios, pequeños hoteles y viviendas muy repartidas entre grandes pinares, donde su olor invade toda la población. Casas muy cuidadas con jardines envidiables invadidos de buganvillas, jazmines y damas de noche que hacen de las noches un gran alarde de perfumes. Y el faro que emerge majestuoso en plena ciudad.
El verano de Mazagón es un verano a la antigua, un verano pueblerino, un verano donde te codeas con los pescadores, a los que les puedes comprar directamente sus capturas, un verano sin exigencias, en Mazagón nadie es extraño.
La calle del Choco es la calle popular de esta ciudad, llena de bares donde se puede degustar los más frescos pescados de la costa, sardinas, chocos, acedías, lenguados, corvina, boquerones y langostinos vivos, todo pescado a escasos metros de la playa. Bares con solera como “El choco” (de ahí le viene el nombre a la calle), Olimpia, Torre del Loro, en cualquiera de ellos puedes disfrutar de lo mas fresco del mar. Y por supuesto, las mejores gambas de Huelva y unas coquinas exquisitas. El restaurante Las Dunas con su amigable dueño, Juan siempre sonrisa en ristre, buenas comidas, arroces, carnes y como no pescados al cualquier estilo. El Remo es otros de esos restaurantes a pie de playa donde el deleite de un buen almuerzo o cena se eterniza, uno no quiere irse.
Tascas en la calle del negro. La tasca de Ginés es un sitio de esos de los vinos y chupitos con tapa de bacalao, queso o chacina de la sierra de Huelva. Un lugar tipo taberna de hace cuarenta años muy entrañable. Cafeterías como París, Europa o La Extremeña, donde te puedes pasar unos buenos momentos con improvisados contertulios.
Un pequeño tren de esos que recorren las calles hace las delicias de los más pequeños, y de los mayores, no crean, realizan un recorrido por lo más significativo de la ciudad.
Mazagón es… eso, un pequeño pueblo nada pretencioso, bonito, agradable, con buena gente y preciosos atardeceres. Con un puerto deportivo de los mayores de Andalucía y unas playas de arenas muy finas y envidiables. Largas playas, interminables playas donde poder disfrutar. Muy cerca Doñana, Matalascañas que se une a Mazagón en kilómetros de playas desérticas y acantilados de arcilla muy variopinto llamado Playas de Castilla, lleno de colorido que se refuerzan al atardecer cuando se refleja en ellos el color violeta de sus tardes.
Habrá que volver a Mazagón. Por allí se dice que lo mejor de Mazagón es su cálido invierno. ¿Será verdad?