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21 noviembre, 2008

CINE EN EL MULTIFUNCIONAL


SE PROYECTARÁ EL VIERNES 21 A LAS 21, 30 HORAS
La película franco-iraní ‘Buda explotó por vergüenza’ (‘Buda as sharm foru rikht’), de Hana Makhmalbaf, nos cuenta la odisea de una niña afgana para comprar un cuaderno –’El cuaderno’ es el título que la película tiene en Francia— y asistir a la escuela. Ya que no tiene lápiz, decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para retenerlas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos.
CRÍTICAS
Es increíble pensar que la directora de ‘Buda explotó por vergüenza’ tenga ahora 20 años, es decir, que probablemente comenzó el rodaje con 17 ó 18. Increíble porque el film está construido de manera magistral para que funcione a varios niveles. El guión de la madre de la directora, Marzieh Makhmalbaf, puede ser lo que aporte este inteligente paralelismo, pero da la sensación de que no se trataba de un guión de hierro, sino de mucho material rodado al que se le dio forma en montaje. Esto se percibe en que algunos detalles quedan sin resolver y en que se encuentran entre el material de prensa fotografías de escenas que no tienen lugar.
Todo el film es una continuada metáfora, o quizá una alegoría, sobre la vida de las mujeres en esas comunidades, la guerra y la ausencia de libertad que supone convivir con los talibanes. Casi cada una de las frases que pronuncian los dos niños protagonistas podría servir para resumir el mensaje de la película: “No me han enseñado nada, he aprendido sola”. “Baktay, muérete, si no te mueres, no serás libre”. “No quiero jugar a apedrear”. “No me gusta jugar a la guerra”. Se ponen los pelos de punta sólo de escribir las frases, que podrían ser sólo inocentes expresiones dichas por niños muy pequeños, pero que están cargadas de sabiduría.
Por ello, en el nivel más profundo, la película está repleta de contenido, no existe una escena que no esté transmitiendo ideas o sirviendo de protesta. Y en el más visible, la historia de Baktay, la niña que quiere ir a la escuela, es emotiva y cautivadora. Existen unas cuantas escenas que son divertidas y muy curiosas de ver, mientras otras hacen que se encoja el corazón.
Aunque esté grabado en vídeo, los planos son de enorme belleza. La directora hace un gran trabajo y las actuaciones de todos los niños y niñas son plenamente realistas, quizá porque les ha dejado comportarse como son ellos mismos. La elección de la niña protagonista, Nikbakht Noruz, es perfecta, pues basta con ver su cara o con escucharla hablar para temer por ella y sentirse en auténtica tensión por lo que le pudiese pasar. Dan ganas de entrar en la pantalla y sacarla de allí como sea.
Una película muy inteligente que demuestra cómo se pueden presentar las atrocidades y protestar contra ellas sin mostrarlas directamente y sin caer en el dramatismo exacerbado. Makhmalbaf nos hace ver con ‘Buda explotó por vergüeza’ que estas situaciones se pueden plasmar incluso con humor, pero eso no quiere decir que el film esté exento de momentos duros.