Pinares del Asperillo
Foto: Mazagón Beach
LA CENTRAL NUCLEAR DEL ASPERILLO
Publicado en Huelva Información el jueves 4 de diciembre de 2008
Aunque los accidentes nucleares en España han sido escasos —salvo leves incidentes como los de Ascó I y Vandellós del pasado verano—, todos sabemos que las centrales nucleares son un peligro en potencia, y cada día estamos más sensibilizados con el tema. Hoy la opinión pública en general muestra su rechazo a este tipo de energía, pues sólo un 12% de los europeos y un 4% de los españoles apoyan el uso de la energía nuclear. Esto no quita que desde algunos sectores de la sociedad se quiera volver a reabrir el debate sobre la necesidad de su implantación.
El pasado día 26 de noviembre, el presidente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas (AIQB), Gerardo Rojas, criticó en el encuentro del 'Foro 25' la carestía energética, instando a reabrir el debate sobre las centrales nucleares como fuente de energía que podría liberar al país de su dependencia energética.
La energía nuclear, se presentó a principios de los años 70 como la alternativa al petróleo y al carbón, pero hoy sólo representa una ínfima parte del consumo mundial de energía. En el año 1979 había en España tres centrales nucleares en funcionamiento, situadas en Burgos, Guadalajara y Tarragona, y según el Plan Energético Nacional (PEN), quince centrales más se encontraban en fase de autorización previa, entre ellas la central del Asperillo, en pleno Parque Natural de Doñana, término municipal de Almonte, muy cerca de la población de Mazagón. Afortunadamente, la presión social, que comenzó con la construcción de la central de Lemoniz (Vizcaya), y luego se extendió al resto de España, logró paralizar la carrera nuclear. En la actualidad son sólo seis las centrales nucleares que están en funcionamiento en nuestro país, dos de las cuales (Almaraz y Ascó), cuentan con dos reactores cada una.
Hace veintidós años el dramático accidente de Chernóbyl nos mostró los peligros que la energía nuclear tiene para la salud y el medio ambiente. Fue la mayor catástrofe de la historia de las nucleares, que terminó con la vida de más de 200.000 personas, y que aún hoy sigue cobrando víctimas. La radiactividad liberada al ambiente fue 200 veces mayor a la que dispersaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, y provocó una alarma internacional al extenderse la radiactividad a diversos países de Europa.
A veces, cuando uno ve las limitaciones que tienen los pueblos del Entorno de Doñana, en las vías de comunicación, en las actividades agrícolas, ganaderas y urbanísticas, se pregunta que para qué sirve este Parque Nacional. Pero tal vez si Doñana no estuviera ahí, ahora podríamos estar hablando de una fuga radiactiva en Asperillo II, del cementerio nuclear del poblado forestal de La Mediana, y de las malformaciones congénitas de los niños de Mazagón.
José Antonio Mayo Abargues
Publicado en Huelva Información el jueves 4 de diciembre de 2008
Aunque los accidentes nucleares en España han sido escasos —salvo leves incidentes como los de Ascó I y Vandellós del pasado verano—, todos sabemos que las centrales nucleares son un peligro en potencia, y cada día estamos más sensibilizados con el tema. Hoy la opinión pública en general muestra su rechazo a este tipo de energía, pues sólo un 12% de los europeos y un 4% de los españoles apoyan el uso de la energía nuclear. Esto no quita que desde algunos sectores de la sociedad se quiera volver a reabrir el debate sobre la necesidad de su implantación.
El pasado día 26 de noviembre, el presidente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas (AIQB), Gerardo Rojas, criticó en el encuentro del 'Foro 25' la carestía energética, instando a reabrir el debate sobre las centrales nucleares como fuente de energía que podría liberar al país de su dependencia energética.
La energía nuclear, se presentó a principios de los años 70 como la alternativa al petróleo y al carbón, pero hoy sólo representa una ínfima parte del consumo mundial de energía. En el año 1979 había en España tres centrales nucleares en funcionamiento, situadas en Burgos, Guadalajara y Tarragona, y según el Plan Energético Nacional (PEN), quince centrales más se encontraban en fase de autorización previa, entre ellas la central del Asperillo, en pleno Parque Natural de Doñana, término municipal de Almonte, muy cerca de la población de Mazagón. Afortunadamente, la presión social, que comenzó con la construcción de la central de Lemoniz (Vizcaya), y luego se extendió al resto de España, logró paralizar la carrera nuclear. En la actualidad son sólo seis las centrales nucleares que están en funcionamiento en nuestro país, dos de las cuales (Almaraz y Ascó), cuentan con dos reactores cada una.
Hace veintidós años el dramático accidente de Chernóbyl nos mostró los peligros que la energía nuclear tiene para la salud y el medio ambiente. Fue la mayor catástrofe de la historia de las nucleares, que terminó con la vida de más de 200.000 personas, y que aún hoy sigue cobrando víctimas. La radiactividad liberada al ambiente fue 200 veces mayor a la que dispersaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, y provocó una alarma internacional al extenderse la radiactividad a diversos países de Europa.
A veces, cuando uno ve las limitaciones que tienen los pueblos del Entorno de Doñana, en las vías de comunicación, en las actividades agrícolas, ganaderas y urbanísticas, se pregunta que para qué sirve este Parque Nacional. Pero tal vez si Doñana no estuviera ahí, ahora podríamos estar hablando de una fuga radiactiva en Asperillo II, del cementerio nuclear del poblado forestal de La Mediana, y de las malformaciones congénitas de los niños de Mazagón.
José Antonio Mayo Abargues