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19 de Marzo, 2010
En el Puerto deportivo de Mazagón se ha producido un grave atentado contra los derechos de los ciudadanos a la protección de datos relativo a los clientes del puerto. Han sido encontradas en unos contenedores cientos de facturas con certificados y acuses de recibos de sendos clientes, con un desprecio más que despreciable hacia los derechos a la intimidad personal de cada uno de ellos.
En el Puerto deportivo de Mazagón se ha producido un grave atentado contra los derechos de los ciudadanos a la protección de datos relativo a los clientes del puerto. Han sido encontradas en unos contenedores cientos de facturas con certificados y acuses de recibos de sendos clientes, con un desprecio más que despreciable hacia los derechos a la intimidad personal de cada uno de ellos.
Este caso es un delito manifiesto y así varios usuarios del Puerto Deportivo de Mazagón van a presentar la correspondiente denuncia por atentar contra su intimidad personal.
La historia viene de lejos, ya que estos documentos, todos en carpetas clasificadas, estaban almacenados en los servicios públicos del puerto, al alcance de quienes quisieran utilizarlos.
Que una dependencia de la Junta de Andalucía obre con esta libertad y menosprecio a sus clientes y usuarios es del todo imperdonable.
Este es uno de los casos de los muchos que podría relatar. Resulta que las notificaciones relativas a pagos de facturas, avisos y otros, los presenta en nombre de la EPPA (Empresa Pública de Puertos de Andalucía) un marinero, que en un documento sin ensobrar y a la vista de todo el quiera verlo, lo entrega al titular del mismo en cualquier lugar público, por ejemplo un bar y delante de todos los clientes de ese bar. Es de suponer que a nadie de ese bar le importa nada el contenido del documento, dejando a veces en evidencia al destinatario del documento.
¿En que va a quedar todo esto?
En nada, se cubrirán unos a otros y la dirección del Puerto tomará represalias como en los mejores tiempos del franquismo
La historia viene de lejos, ya que estos documentos, todos en carpetas clasificadas, estaban almacenados en los servicios públicos del puerto, al alcance de quienes quisieran utilizarlos.
Que una dependencia de la Junta de Andalucía obre con esta libertad y menosprecio a sus clientes y usuarios es del todo imperdonable.
Este es uno de los casos de los muchos que podría relatar. Resulta que las notificaciones relativas a pagos de facturas, avisos y otros, los presenta en nombre de la EPPA (Empresa Pública de Puertos de Andalucía) un marinero, que en un documento sin ensobrar y a la vista de todo el quiera verlo, lo entrega al titular del mismo en cualquier lugar público, por ejemplo un bar y delante de todos los clientes de ese bar. Es de suponer que a nadie de ese bar le importa nada el contenido del documento, dejando a veces en evidencia al destinatario del documento.
¿En que va a quedar todo esto?
En nada, se cubrirán unos a otros y la dirección del Puerto tomará represalias como en los mejores tiempos del franquismo