El otro día paseando por el puerto vi con tristeza que se está instalando una estructura metálica para cortar el acceso al espigón que llega hasta el faro. Mi primera reacción fue de indignación, pero a la vista de la gran cantidad de basura que se está acumulando a lo largo del espigón, tengo que decir que esta actitud de la dirección del puerto no es nada censurable. El espigón se está convirtiendo en un auténtico paraíso para las ratas por las basuras abandonadas por los aficionados a la pesca, que lo tienen sembrado de restos de comida, botellas, latas, cajas de cebo, pescados putrefactos, etc. Precisamente estas personas que deberían tener una sensibilidad especial con el medio ambiente, no son nada respetuosas con él.
A nadie nos gustan estas drásticas determinaciones, pero los que defendemos los valores como el respeto por lo común, es decir, todo lo que compartimos con el resto de los ciudadanos, debemos entenderlo. En fin, si la única forma de luchar contra estos irrespetuosos es prohibiendo el acceso, pues que le vamos a hacer. Como siempre, pagamos justos por “pescadores”.