La regeneración que venía experimentando, desde el pasado mes de enero, los arenales ‘virgen’ de Mazagón se ha trasladado ahora a la playa urbana del núcleo costero.
FUENTE: Odiel Información
Vicente Ponce
De Levante a Poniente. Si desde el pasado mes de enero los trabajos de regeneración de la playa de Mazagón se ejecutaban desde el final de las Casas de Bonares dirección el Parador, más concretamente en la zona conocida como La Fontanilla, ahora, desde finales del mes de febrero, estas actuaciones se están llevando a cabo desde el límite de las Casas Bonares hasta el antiguo Club náutico, es decir en gran parte de la playa urbana de este núcleo costero; la más necesitada de sedimentos ya que los temporales de este invierno la despojaron de casi toda la arena con la que fue regenerada en la primavera del año pasado.
Según ha podido conocer Odiel Información, este cambio de rumbo ha sido propuesto por el Ayuntamiento de Moguer a la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (Appa), organismo que está llevando a cabo estas actuaciones, con el fin de ocultar con la arena los metros del colector que cruza esta parte de la playa y que quedaron al descubierto al originarse interminables pleamares en el pasado mes de diciembre, gracias a la climatología adversa.
Esta Agencia aceptó la propuesta una vez que la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino diera la luz verde a la misma. Desde ese momento, la Appa comenzó a verter la arena, que están extrayendo de las obras de ampliación de los atraques del Puerto Deportivo de Mazagón, en parte del ‘litoral’ edificado de este núcleo costero. Sedimentos que después de ser depositados por los camiones ‘lagartos’, son despojados de piedras y rocas, antes de ser perfilado por las máquinas.
Fisuras cerradas
A la vez que se está realizando esta regeneración, los operarios del Consistorio moguereño han reparado las fisuras que presentaba este colector, que estaban generando malos olores en la zona, además de propiciar que las aguas fecales discurrieran por la playa e incluso llegaran a desembocar en el mar. Este, junto con la falta de arena, era uno de los problemas que más preocupaba a los vecinos de la zona, ya que los malos olores se adentraban por las viviendas aledañas a este colector, y, por otra parte, el vertido hacía no muy aconsejable bajar hasta la playa, una playa que cada año “presenta menos volumen de arena”, comenta Joaquín Suárez, un residente en este núcleo costero desde hace diez años, que asegura que en los últimos inviernos la pérdida de arena “va a una velocidad fuera de lo normal”.
“Se está demostrando que las regeneraciones sucesivas de la playa no es la solución del problema, ya que cada año el mar se engulle la arena depositada”, argumenta. “La solución pasa por colocar espigones verticales por la línea litoral”.
En este sentido se expresa otra de las afectadas. Desde la terraza de su casa, con unas vistas privilegiadas al océano Atlántico, Isabel Romero espeta que esta falta de arena viene originada por el dique Juan Carlos I. “En el proyecto original, este espigón iba a correr paralelo a la playa urbana, para conservar así sus dimensiones, hasta hace pocos años kilométricas. Sabemos que el mar avanza, pero los propietarios de las casas ubicadas en primera línea no tenemos la culpa. Cuando la mayoría de estas viviendas se levantó no estaban en esta posición, ya que el mar ni siquiera se veía por la cantidad de dunas que existía en medio”.
Fiel testigo de este deterioro anual es José Antonio Mayo, un vecino de la urbanización El Vigía, quien asegura que estos arenales comenzaron a languidecer en el mismo momento que se construyó el espigón en la década de los 80. “Desde entonces, la erosión de esta playa es imparable”.