Isaías Pascual Vallés
Se ha cumplido un año ya de la ley que impide fumar en los establecimientos públicos. El balance en su conjunto es muy positivo, aunque queda un grupo de irreductibles “bares” que se pasan la norma por la punta de la barra.
No es de recibo que en ciertos bares nocturnos de Mazagón se deje fumar a partir de una hora o en determinados días. Y lo que es más grave aún, que los mismos que tienen que hacer cumplir la ley la infrinjan.
Si el que es fumador, entra en un bar de copas y ve al dueño o al encargado de la barra fumando, rápidamente comprende el mensaje “sublimal” que se le envía.
Próximamente se impedirá fumar en el Nou Camp, pues imagínense un bar de menos de 20 metros cuadrados, en invierno y con la gente fumando.
Los dueños se arriesgan a una multa de 2090 euros. ¿Cuantas copas tendrán que poner para amortizar la sanción?
Puede que algún día los no fumadores comprensivos dejemos de serlo y pasemos a ciudadanos que ejercen sus derechos y denunciemos tales actitudes. Por cierto que la denuncia se puede efectuar en cualquier organismo oficial que disponga de registro: Ayuntamiento, cuartel de la Guardia Civil etc. No es mi intención animar a que la gente denuncie, pienso que los dueños de estos locales deben recapacitar y cumplir una ley que nos beneficia, en cuanto a salud, a todos.
Cuando comenté este hecho con unos amigos de Huelva, me dijeron que allí no pasaba eso. Y efectivamente pude comprobarlo en un bar de Isla Chica, bastante más grande que los de Mazagón y donde la gente tenía asumido salir fuera para fumar.
