Partiendo
de la base de que es todo un privilegio el que mi buen amigo José Antonio me
permita exponer desde la ventana de su Mazagón virtual, que a mi entender casi
se come al real, más callado y sufridor, las anomalías que aquí se producen,
paso a comentar una de estas muchas cosas que cuando las contemplas en tus
apacibles paseos acompañado de tu pareja, con quien compartes tus opiniones o
escuchas las suyas. A veces, se hace necesidad el difundirlas y que quien
quiera, opine y sobre todo quien pueda, solucione.
Hace
tiempo que había oído hablar de una estructura de hotel abandonada y hoy por
fin hemos podido verla. La primera impresión acordarnos de Port Aventura, por
las subidas y bajadas diáfanas, abiertas, pero no tanto como sus puertas.
La
Ley de Prevención de Riesgos Laborales, si este edificio se encontrase en
construcción, obligaría en un primer cartel de acceso a que todo el que fuese a
pasar se pusiese un casco, tendría redes para retener la caída de cascotes o
personas, un vigilante con un perro, un televisor para no aburrirse durante la
noche y siete candados en la cancela. Pero como está abandonado y no hay nada
que robar, pues jornada de puertas abiertas, aunque sin duda una caída sería o
mortal de necesidad o nefasta de por vida.
Tengo
que decir que si me pilla en tiempos de adolescente, habría subido a contemplar
las privilegiadas vistas al mar de las que hubiesen gozado los clientes. Y
mucho me temo que con la llegada del verano y de su mano las pandillas de
chavales, puestos de juventud, bebida o lo que quiera que esa edad conlleva, a
la vista de esta puerta abierta de par en par que te incita a entrar y echar un
vistazo, no podrían contenerse.
No
se me pasa, que cada vez que uno se queja de algo, si lleva la razón, está
molestando o jodiendo de alguna manera al responsable, entiéndase por tal el gestor
del proyecto o la autoridad que competa,
dado que el aviso sirve para más agravio y condena, si algo sucediese en el
futuro. Pero yo, que tengo un candado de sobra, al igual que alguna que otra
querella, no me atrevo a cerrar el pequeño Port Aventura de Mazagón bajo mi
responsabilidad, dado que no dudo que de inmediato vendrían a detenerme por intromisión
o allanamiento de propiedad ajena o privada. Así funcionan las cosas.
De
cualquier manera ahí queda eso, quien quiera entender, que entienda, quien
quiera proceder, que proceda. Gracias de nuevo a mi amigo por su impresionante
ventana, junto a la hospitalidad de su página, y a ustedes por su complicidad
tantas veces demostrada.
Federico
Soubrier.