Cuando paseo por la playa suelo ir contemplando la mar, intentando localizar velas en lontananza, sobre el horizonte, los acantilados, los pinos, el devenir de la gente con el policromado de sombrillas, bañadores, neveras, la estructura de los maravillosos chalets en alto o a pie de arena y un sinfín de curiosidades.
Esta manera de caminar hace que vayas sintiendo la arena y las olas en tus pies, percibiendo una agradable sensación, pero también ocasiona que no veas dónde pisas.
Hoy, gracias a un primer aviso, no he pisado un cristal, que por su especial forma mantenía una punta amenazante de manera vertical.
La verdad es que he tenido suerte de que mi mujer se diese cuenta. De no ser así, hubiéramos terminado en el centro de salud.
Cogí la “trampa de pie” y por no acercarme al contenedor, que estaba un poco alejado, continuamos andando, ahora prestando un poco más de atención a la arena. Pronto localizamos el segundo.
En ese momento comenzamos a charlar sobre aquellas zapatillas de plástico con hebilla lateral que nos obligaban a ponernos de pequeños para bañarnos, ¡mira que eran feas! además de incómodas cuando se llenaban de arena, pero te protegían de las conchas y de los peces araña. Las latas de nívea y ese calzado eran inseparables.
Hablando y hablando en una magnífica mañana de playa, como no hay dos sin tres, apareció el tercero; demasiada coincidencia también con una geometría que hacía que la punta permaneciera derecha y amenazante.
De haber estado la marea más alta seguramente algún bañista se hubiera herido, dado que sería imposible verlos y continuarían en posición peligrosa al tener base. Debemos tener especial cuidado cuando andamos por la orilla y sería conveniente echar un vistazo por la zona en que van a jugar los pequeños. De igual manera, cuando vemos un cristal no es demasiada molestia retirarlo, dado que si los demás hacen lo mismo pueden que nos eviten un buen corte. Mucha gente ha paseado sobre ellos esta mañana, delante de nosotros y se han limitado a esquivarlos.
No puedo dejar de comentar algo que les sorprenderá, ya sé que no viene a cuento, lo leí anoche y la verdad es que me quedé pasmado de lo mal nacido que se puede llegar a ser en la vida. Cuando vi el primer cristal me vino de nuevo a la cabeza por razones obvias. Aquí tienen el enlace VER y ustedes dirán……..
Federico Soubrier.