Viendo esta torre de vigilancia me viene a la memoria mi contrato a los aproximadamente veintitrés años como socorrista del Camping Doñana. Había realizado un par de cursos de primeros auxilios y socorrismo; fue mi bautismo como inserción al mercado laboral. Un primer sueldo de setenta y algunas mil de las antiguas pesetas gracias al chorro de horas extras. De nueve a nueve normalmente, con parada para ser invitado a comer por la empresa Flamero de Cataluña, derecho a siesta y chalet gratis: mi tienda de campaña ubicada estratégicamente en uno de los mejores emplazamientos.
Como anécdota había señoras que venían a quejarse de que las italianas practicaban topless en el césped y sus niños o maridos no les quitaban ojo. ¡Qué tiempos aquellos!
PUESTO DE VIGILANCIA MAZAGÓN 11:50 DE LA MAÑANA
El trabajo era de junio a septiembre. Joven, buen nadador debido a mi afición a la pesca submarina y comiéndome el mundo, tuve la suerte y experiencia de salvar a algunas personas, niños pequeños que se caían a la piscina ante el despiste de sus padres, aquella alemana que se abrió en dos la nariz al tirarse de cabeza, bucear y topar con el peldaño de acero inoxidable de la escalera, imposible olvidar la mancha de sangre en el agua, algunos bañistas que quedaban semiinconscientes cuando el tonto de turno que hacía la bomba les caía encima, más tarde en las playas de Aguadulce a una francesa, en el Portil, tres niñas arrastradas por la marea cogidas a un flotador, y aquí una señora que se clavó un anzuelo potero en el pie y se bebió media marea, la pobre me decía “déjame en la arena que peso mucho” mientras tosía y sangraba por el talón. Muy gratas experiencias, aparte de darte una gran satisfacción.
Me resulta sorprendente el horario que cumplen los equipos de Protección Civil en nuestra playa, de doce de la mañana a siete de la tarde, craso error del que seguramente la crisis tenga la culpa y no sus responsables. Observen en la foto las personas que hay en la playa y en el agua, no siendo todavía mediodía, y aún más gente después de las siete de la tarde.
No sé si alguien tiene capacidad resolutiva para variar los horarios. Ayer pude comprobar en el noticiario que en Estados Unidos habían despedido a un socorrista por salvar a una persona, ¡No se lo pierdan!, como dicen algunos por aquí, “pa mear y no echar ni gota”. VER
Espero que aquí no pase nada y el verano resulte del todo apacible.
Federico Soubrier García.