A la vista de las últimas declaraciones efectuadas por la Junta Directiva de la Asociación Profesional de Jefes de la Policía Local de la provincia de Huelva, en relación a la precariedad que sufren tanto las plantillas como los equipos materiales que utilizan para llevar a cabo su labor, enfocada a mi entender a mantener la seguridad ciudadana y velar por una mejor calidad social, me parece que el tema merece una especial reflexión, que en este caso efectuaré basándome en el lugar en que vivo, Mazagón.
Parto de la base de que si quieres exigir medios, también debes facilitarlos, luego sería lógico que los que habitamos una localidad permanentemente nos empadronásemos en ella, de manera que nuestros tributos reviertan en mejores servicios. Me consta que, en algunos casos, esto no es así.
Siendo una población costera y turística, se da el caso especial de que esos medios de los que se disponen han de ser compartidos con un número de visitantes muy superior al de residentes, mermando de esta manera visiblemente la capacidad de atención que pueden prestar los efectivos disponibles durante el periodo estival, al igual que en las campañas de fresa.
Es perfectamente constatable la insuficiencia de agentes locales, a los que yo al menos no h e visto este año patrullar por la playa, salvo en el concurso de pesca.
No comprendo que en muchos ayuntamientos de la provincia hayan optado por trabajar a pie. Hace demasiado tiempo que los americanos en su serie “Los Vigilantes de la Playa”, nos demostraron la eficiencia de hacerlo en bicicletas, de manera barata, ecológica y manteniendo en mejor forma física a los agentes.
Evidentemente, si las patrullas hiciesen la vigilancia andando la cobertura que darían sería nefasta, dado que la extensión de la mancomunidad les llevaría bastante tiempo para atender cualquier asunto, teniendo que desatender muchos otros.
Está claro que el presupuesto es el que hay, pero la seguridad ciudadana debiera ser el primer punto a satisfacer; está estipulado legalmente que debe haber entre uno y tres agentes por cada mil habitantes. Barajando las cifras conocidas de unos cuatro mil residentes que asciende a unos cincuenta mil en verano, hablaríamos de entre cincuenta y ciento cincuenta agentes durante el periodo estival. Obviamente, no se cumple.
En ningún caso se puede atribuir a estos profesionales las deficiencias del servicio, a los que apoyo y entiendo que también se les está machacando económicamente, estas son debidas a la carestía de medios.
El gobierno con sus planes de ajuste es el responsable de recortes sobre los ayuntamientos, y estos, responsables de conseguir las asignaciones que deben cubrir plantillas, materiales, vehículos, combustibles, comunicaciones y todo lo que este tipo de servicio de vital importancia conlleva.
Sé de algunos municipios que han subastado material obsoleto o sin aplicación actual, al efecto de incrementar sus activos, entiéndase con ello vehículos en desuso, farolas, generadores y un sinfín de materiales que atestan almacenes en los que se deterioran visiblemente. El sistema ha funcionado y se han visto más desahogados económicamente.
Existen mil maneras de recaudar fondos, y si alguna de ellas se llevase a cabo acercando la población a los que velan por ella, sería ideal, ya que de momento, los agentes se están convirtiendo a nuestros ojos en acumuladores de infracciones con cámaras digitales, que multiplican exponencialmente las sanciones con aparente ánimo recaudatorio y eso no es bueno ni para unos ni para otros.
Federico Soubrier García.