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25 septiembre, 2012

MAZAGÓN A VISTA DE PÁJARO

UN PASEO POR EL PARAÍSO 

Me había quedado dos veces con la miel en los labios, y todo hacía pensar en ese dicho popular y supersticioso: «No hay dos sin tres». El primer día fue el caprichoso viento, que cambiaba de dirección continuamente y soplaba con demasiada fuerza; en el segundo el viento venía de tierra y podía provocar bolsas térmicas que nos podían impedir disfrutar del vuelo como es debido. El tercer día, Valentín González, el piloto, me cogió del hombro y me dijo muy convencido: «Jose, hoy volamos».

Bajamos el Trike a la explanada de la playa de Las Dunas, desde donde íbamos a despegar, y comenzamos con los preparativos previos al vuelo: montaje de la cometa, arranque y calentamiento del motor, calibración y ajuste de la cometa en función del peso de las personas, etc.

La manga de viento que se instaló junto a la pasarela de acceso a la playa, indicaba una dirección estable soplando del mar entre 8 y 10 Km/h., pero de repente empezó a soplar con más fuerza, alcanzando rachas de 18 kilómetros, y tuvimos que esperar en el chiringuito tomando un refrigerio para ver si cambiaban las condiciones. Juan Llamas, el técnico de tierra miraba constantemente las previsiones en Internet y no le quitaba el ojo a la manga de viento, pero era ya mediodía y las previsiones amenazaban con vientos más fuertes, por lo que decidieron salir de inmediato. Se me ocurren muchos calificativos para definir una de las experiencias más impresionantes que he vivido, pero simplemente diré que fue ¡alucinante!