ANÉCDOTAS DE MAZAGÓN
Avenida Fuentepiña, centro neurálgico de Mazagón // Foto: Mazagón Beach
Felipe GonzálezEl País, 13 de mayo de 1984
Consiguió burlar por dos horas el
cerco de seguridad que le protege durante su estancia en el coto de Doñana, en
las pasadas vacaciones de Semana Santa. El presidente del Gobierno logró
escamotear la moto, la chaqueta y el casco de uno de los hombres su equipo de
seguridad y abandonó, sin que nadie le viera, el palacio de Doñana. En el
control que hay a la salida de la estación biológica, el jefe de la fuerza de
retén, que no le reconoció, preguntó: "¿Cómo está todo?". González
contestó lacónicamente, con una voz semigutural: "Tranquilo". Y, a
bordo de la moto, ganó la carretera. Una vez en ella, se dirigió hacia Mazagón,
donde visitó a una de sus hermanas, que se encontraba pasando allí las
vacaciones. Pero antes, como buen familiar que va de visita, entró en una
pastelería a comprar unos bollos para la merienda, sin que los confiteros se
percataran de con quién se jugaban las ensaimadas. A las dos horas regresó al
coto, donde su ausencia había comenzado a alarmar al equipo de seguridad. El
presidente confesó su escapada a algunos íntimos, a los que aseguró haber
revivido con ella el sentido de la libertad, que siente embargado desde que
ocupa la jefatura del ejecutivo. Las personas responsables de la seguridad del
Gobierno han visto cómo le abren el coche a un ministro o roban un cuadro de un
despacho de la Moncloa, pero quizá no habían contado con que pudiera
perdérseles el propio presidente.