22 diciembre, 2012

EL ORÓN Y LA PETANCA

En estos tiempos en los que sin darte cuenta siempre llevas en el bolsillo una cámara fotográfica, claro está, la que incorpora tu móvil, a los que somos aficionados a guardar momentos, instantáneas que nos llaman la atención, a menudo se nos acumulan tantos que incluso pasan desapercibidos y quedan en el olvido.

Exactamente eso me sucedió esta pasada primavera casi rozando el verano, en uno de tantos paseos de ese periodo del deshabitado Mazagón en el que puedes ir disfrutando de la belleza de unos jardines un tanto desmelenados y reventados en  flor, como hijos de padres que han salido de viaje, en plena fiesta de amigos. Al ver como estas personas jugaban a ese tranquilo, lento y parsimonioso juego de la petanca, en el que normalmente,  salvo honrosas excepciones participan hombres entrados en una serena madurez, me llamó también la atención el árbol y recordé que mi amigo y antiguo compañero del INTA, Juan José Gómez Domínguez, en cierta ocasión, no hará menos de quince años, me comentó sobre uno similar que crece junto al Poblado Forestal, que lo llamaban “Orón”, decidí inmortalizar la estampa y ahora ya entrado el invierno, con permiso de los mayas, descubro que también se denomina acebo o arce morisco.

No sé cuál de los cuatro caballeros se alzaría con la victoria, quedando el más próximo al boliche, bola pequeña de este juego, pero indudablemente el momento y la sombra de nuestro dorado amigo, eran perfectos para plasmar otro perfecto instante del devenir de Mazagón.
Federico Soubrier García