Vivíamos relativamente cerca,
pero quedábamos todos los días a las nueve de la mañana en la entrada de la
urbanización Ciparsa para hacer nuestra ruta en bicicleta. Habíamos establecido
en nuestro reglamento una espera de cinco minutos, que siempre alargábamos
hasta diez. Aunque solíamos cambiar de ruta para romper con la monotonía, la
más habitual era la de “Cuesta Maneli”; llegábamos hasta allí, meábamos,
echábamos un trago de agua y dábamos la vuelta. Otras veces, cuando nos
encontrábamos más en forma y el “cabrón de Eolo” —como él decía—, no soplaba
demasiado fuerte, llegábamos hasta la Laguna del Jaral, ya cerca de
Matalascañas. A la vuelta hacíamos parada obligatoria en el bar de la zona
recreativa del Parador, donde su amigo Antonio nos preparaba unos cremosos y
reconfortantes cafés. Después de una larga charla volvíamos a darle a los
pedales al ritmo de “Verano Azul”, hasta llegar a nuestras casas.
Ayer a mediodía estuve con él y
con Marian, su mujer, charlando alegremente en la calle Eslora (El Negro), y
poco después, Rafa Franch, de 62 años de edad, fue víctima de un infarto fulminante
que terminó con su vida. Su cuerpo será
incinerado mañana domingo a las 11:00 horas en el cementerio de La Soledad
de Huelva. Descansa en paz, amigo Rafa.