Artículo publicado en el Periódico de Huelva el 01/03/2013 |
Cada
mediodía cuando vuelvo del trabajo ella está allí, haciendo la calle o mejor
dicho la rotonda. Termina una media hora después y entra como cuatro más tarde.
También tiene un proxeneta que la engañó, que le prometió el oro y el moro en su programa electoral pero, al
tenerla ya atrapada, le sisa todo lo que puede, igual que a mí y a mis
compañeros de la administración nos quitaron la paga extra, nueve días de
asuntos propios, nos han prolongado el horario, reducido la acción social y
congelado los sueldos.
Ella
realiza desde veinte euros un francés y hasta creo que un griego por sesenta,
todo con nombre comunitario. Yo todos los días me vendo haciendo un alemán,
aunque no sé muy bien en qué consiste, al que con el tiempo todos le tendremos
que pagar los intereses, seguro que por muchos menos ingresos y los míos con
descuentos de IRPF y SS.
Su dinero va a parar seguramente al extranjero,
según decida su chulo, parte del nuestro al parecer repartido en sobres y una cantidad
más suculenta a Suiza.
Supongo
que hay que tener mucho estómago para satisfacer a quién pueda llegar en su
vehículo, sin saber cómo será, tanto física como higiénicamente hablando. Yo al
menos sé que siempre son los mismos. Los chulos de siempre y la misma trama, más
lejanos o más cercanos, qué más da. Siempre aparecen por el televisor. Adivino
que ella lleva en el bolso un espray antivioladores y posiblemente una navaja.
Lo primero, todo un contrasentido, no para que no la ultrajen físicamente, más
bien para que no lo hagan sin pagar, lo segundo como expectativa de poder
partir en dos algún día el alma del mantenido.
Me
alegra que al menos ella en los días de lluvia descanse y lamento tener que
reconocer que hasta Franco, nos regalaba más prebendas que sus herederos.
No
puedo por más que identificarme con ella, cada uno vende lo que puede; yo una
oposición, treinta años y una carrera, ella su juventud y lo que quieran, pero
indudablemente los dos tenemos un plan para acabar con el proxeneta. El suyo
será más certero, el mío quizás más tardío, mejor urdido, con cómplices y
perpetrado en una urna.
Federico Soubrier García