Plano del proyecto publicado en el BOE del 28 de enero de 2013
El otro día,
mientras recorría el Parque Natural de Doñana, entre las kilométricas tuberías que
transportan el Gas Natural hacia los distintos puntos de nuestra geografía, me
vino a la memoria una conversación que tuve hace algún tiempo con Alonso Martín
Díaz “El viejo campesino”, un octogenario,
antiguo guarda forestal de Mazagón que conoce a la perfección hasta los lugares
más recónditos del Parque. Alonso, en un arrebato nostálgico me comentaba que
el mal llamado progreso había arrebatado muchas cosas a la naturaleza y a la
forma de vivir de este pueblo; él ha visto desaparecer numerosas especias
animales y vegetales, y con ello la desaparición también de antiguos oficios
que eran el sustento de las familias de Doñana y su entorno, como el oficio de
carbonero, una técnica ancestral que se iba transmitiendo de padres a hijos
para construir los boliches u hornos donde se fabricaba el carbón vegetal,
combustible básico de las cocinas y braseros de los habitantes de esta zona. Otra de las
desapariciones más importantes que Alonso lamentaba con cierto grado de
tristeza, era la de aquellas calderas que destilaban la esencia de nuestros
campos; compuestos aromáticos que eran empleados en los laboratorios
farmacéuticos y en la industria de la perfumería.
Todas aquellas
actividades tradicionales que se realizaban en Doñana y su entorno, fueron
desapareciendo, y ya solo queda la apicultura y la recogida de las piñas para
extraer el piñón. El culpable de todo ello fue el desarrollo industrial, una
revolución productiva con fecha de caducidad, que lo único que produce hoy en
día son largas colas de parados que intentan llegar a la correspondiente mesa de
la mal llamada Oficina de Empleo.
El Parque
Natural de Doñana no se quedó atrás y también apostó por la industrialización
de sus tierras, explotando los yacimientos de gas del subsuelo para la
extracción y posterior almacenamiento de esta fuente de energía, comenzando así
la metamorfosis de Doñana, de Parque Natural a Parque Energético, con la artificiosa
excusa que los interesados en esta industria hicieron llamar “Desarrollo
Sostenible”.
Línea del Saladillo al Rincón
La reciente
declaración de impacto ambiental favorable que el Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente ha otorgado a Petroleum Oil & Gas España (BOE
del 28 de enero de 2013), empresa filial de Gas Natural-Fenosa, para construir
un nuevo gasoducto y a almacenar gas en diferentes puntos del subsuelo de
Doñana, ha hecho saltar todas las alarmas por el posible riesgo que puede
correr uno de los enclaves naturales más importantes del mundo, y ha provocado
una importante repercusión mediática, tal vez debido al desconocimiento de los
ciudadanos sobre la actual situación industrial en el Parque Natural, ya que la
extracción de gas se lleva realizando desde hace 30 años, sembrando para ello
una red de gasoductos que atraviesa todo el Parque.
Instalaciones de los pozos del Asperillo
A través de
diversos estudios geológicos realizados en los años 80, se descubrieron
importantes yacimientos de gas natural en Doñana. Con el disfraz del “Desarrollo
Sostenible” se perforó el primer pozo en la zona del Saladillo, iniciándose la
producción en 1997. Este mismo año se sumó la extracción del gas procedente del
subsuelo marítimo del Golfo de Cádiz, a 30 kilómetros de la costa de Huelva, que
es procesado en la planta “Poseidón”, que la empresa Repsol tiene en Mazagón, y
que posteriormente es inyectado a la
línea general de Enagás. Siete años después se perforó el segundo pozo en El
Saladillo, y en 2003 tuvo lugar la perforación del tercero. Asimismo, en 1983 y
1985 se perforaron dos pozos en Marismas 3 y Rincón, comenzando su producción
en 1990. Pero aquí no queda la cosa y Doñana sigue su expansión industrial,
construyendo en 2010 un gasoducto de 4839 metros para unir Rincón y Marismas 3
con la línea de Enagás (BOE de 30 de septiembre de 2010). De esta ampliación
muy pocos se enteraron; y no es porque la empresa y el Gobierno trataran de
ocultarlo, ya que actuaron con total transparencia, y el proyecto fue divulgado
y sometido a exposición pública, lo que ocurrió entonces es que no tuvo el eco
mediático que ahora tiene el nuevo proyecto.
Instalaciones de los pozos del Saladillo
Las obras que Petroleum Oil &
Gas España pretende llevar a cabo en el plazo de tres años, una vez que obtenga
el permiso que debe conceder la Junta de Andalucía, consta del sondeo de cinco
nuevos pozos de una profundidad de 2.000 metros, de los cuales tres se
encuentran dentro del espacio protegido, y de la construcción de un gasoducto
de 70 kilómetros, de los que 20 serán interconexiones de nueva construcción y
el resto serán sustituciones de las tuberías ya existentes por otras
nuevas entre el Saladillo y Rincón. El proyecto contempla también, que a medida
que se vayan agotando los yacimientos, reconvertir los mismos en
almacenamientos subterráneos, inyectando y extrayendo gas en función de la
existencia de un exceso de oferta o demanda en el mercado. Así pues, lo que
plantea la empresa es ampliar la producción y aprovechar los pozos vacíos como
almacén.
Para realizar este reportaje y conocer el asunto en profundidad, ha
sido necesario realizar dos visitas a las instalaciones, y el único operario
con el que nos hemos encontrado ha sido esta videocámara, que no cotiza a la
Seguridad Social, no pide aumento de sueldo y no secunda ninguna huelga, todo
un chollo para la empresa.
Si le
preguntamos a la gente de la calle donde quieren almacenar el gas natural, si
en esos monstruosos tanques que Enagás tiene al borde de la carretera de Huelva
a Mazagón, con el consiguiente peligro que conllevan para las poblaciones
cercanas, o en unos pozos subterráneos, lejos de las zonas habitadas, y que
presentan menos peligro y nulo impacto visual, se inclinarán con toda seguridad
por la última opción.
Ahora bien,
las cosas no se pueden contar así a la ligera, a esas personas hay que
explicarles con toda claridad que para instalar esas tuberías, de un diámetro
de entre 15 y 30 centímetros, y los caminos contiguos de servidumbre, será
necesario destruir numerosas especies vegetales como el jaguarzo, el lentisco,
la jara o el romero, hábitat de muchas especies animales para las cuales se han
hecho grandes esfuerzos de conservación, entre las que se encuentra el milano real,
el lince ibérico, el águila imperial, el búho real, y la cigüeña negra, todas
ellas, especies emblemáticas que no podemos consentir que desaparezcan. Hay que
explicarles que esa nueva infraestructura pone en peligro la conservación de un
enclave natural que es Patrimonio de la
Humanidad y Reserva de la Biosfera.
El espacio
natural de Doñana es de todos, y no de una empresa privada que va a obtener
unos beneficios económicos en detrimento de un bien natural y común, ahorrándose
unos elevados costes de construcción de unas instalaciones en la superficie. La
explotación de nuevos pozos y la utilización de este suelo como almacén
subterráneo de gas sería un descarado uso industrial de Doñana. Si se abren las
puertas de Doñana para seguir industrializando su suelo, también se deben abrir
para otros proyectos, como por ejemplo, el de la construcción de “la carretera
imposible” de Huelva a Cádiz para unir a
estas dos ciudades de la Costa de la Luz, a las que solo separan 32 kilómetros
por la costa, proyecto que aportaría enormes beneficios turísticos, logísticos
y económicos para ambas ciudades. O abrir también las puertas a la expansión
urbanística, permitiendo construir en los acantilados del Asperillo, entre las
poblaciones de Mazagón y Matalascañas. Todo esto vendría como anillo al dedo a
estas dos ciudades, máxime ahora que el Gobierno ha suprimido las subvenciones destinadas
a compensar las limitaciones en el desarrollo económico que tienen los pueblos
del entorno.
Pedir el
desmantelamiento de la infraestructura gasística existente no sería una idea
descabellada, aunque no hay muchas probabilidades de que salga con éxito. Lo
hecho, hecho está, pero vamos a preservar lo que todavía nos queda de esta
naturaleza inigualable, que es mucho, exigiendo la inmediata paralización del
proyecto. La empresa, el Gobierno y la Junta de Andalucía, deben estudiar otras
alternativas que no pongan en riesgo un espacio natural tan importante. Doñana
es una joya que debemos guardar bajo llave.
José Antonio Mayo Abargues