Contaba,
y seguramente así será, con que el pequeño estanque que se forma con el
afortunado chorro de agua del manantial del parque se acondicionaría con las
piedras rústicas que han estado utilizando para decorar y delimitar espacio de
ocio y aparcamientos. Imaginaba un pequeño embalse protegido con una muralla a
su alrededor, poblado por la vegetación propia de las charcas, la que siempre
ha habido allí.
He
podido comprobar que el viento, y lo que no lo es, ha hecho que la lagunilla se
contamine de plásticos, latas de refrescos y vasos con restos de bebidas
alcohólicas. Las ranas seguían esta mañana croando alegres y muchos renacuajos
nadaban entre los residuos. Tal vez se pongan un poco piripis por los efectos
etílicos, o tal vez se mueran, lo cual
sería una pena, ya que en las noches de verano el croar de estas magnificas
devoradoras de mosquitos da un sonido muy peculiar y agradable a la zona.
Federico Soubrier García