Allá
por los ochenta oí hablar en innumerables ocasiones sobre las fabulosas
capturas de pulpos que se realizaban desde una playa a la altura de Refinería,
hasta la Casa
del Vigía. Lo que más me sorprendía era que me contasen que se efectuaban con
patas de pollos.
Cuando
practicaba pesca submarina había encontrado tablillas con la forma más o menos
de un barco, que llevaban dos anzuelos anchoveros adheridos en su parte
posterior con sus arpones apuntando hacia arriba y, como si fuese la suela de
un zapato, clavada en la parte de abajo de la madera, una lámina de plomo.
Ahora
he averiguado que en ellas se situaban las citadas patas de pollo. Me han
contado que originariamente las tablillas se cebaban con sardinas, pero que en un
rato las mojarritas se las zampaban y te habías quedado sin carnada. En cambio,
con una sola pata de gallinácea podías “echar la jornada completa”.
Alguien
descubrió que la pata de pollo atrae a los pulpos. Se piensa que es por su
parecido a las de los cangrejos, su comida predilecta, y que el color amarillo
también influye bastante en el ataque de los sabios y devoradores octópodos.
Por lo
visto en toda la costa peninsular, incluyendo la mediterránea, se ha usado este
tipo de aparejo y sobre todo en Galicia, donde aun se sigue haciendo, creando
ello enfrentamientos entre los
pescadores profesionales que usan las nasas y los jubilados que se entretienen
con la A Raña ,
también denominada “jarabete”, de uso ilegal.
La
prohibición de venta de patas de gallináceas en nuestro país en el 2011 generó
un gran conflicto de intereses y se perdieron miles de puestos de trabajo, lo
cual también ayudó a terminar con este tipo de pesca.
Al no
considerar oportuno tener que matar un ave de corral de mi vecino para
fotografiaros el artefacto tal y como se usaba, he optado por un dibujo más o
menos ilustrativo y la foto de una tablilla sin cebo. Había casi tantos diseños
como pescadores.
Federico Soubrier García