En la tarde de ayer mi amigo
Rafael, recién llegado de Ecuador, me enseñaba en su móvil un vídeo grabado
hacía una hora en Huelva en el que se apreciaba que llovía a mares.
Nosotros tuvimos la suerte de disfrutar de un precioso atardecer y tanto los
pilotos que nos deleitaban desde el aire con sus piruetas, preparándose para
aterrizar con la puesta de sol, como los que paseábamos a pie, pudimos disfrutar
de otro magnífico ocaso en Mazagón.
Federico Soubrier