De
nuevo el paso de las aves migratorias sobrevuela la línea de nuestra
costa y el sonido de la playa se puebla del canto de los cimbeles o reclamos,
que fijados en estacas alrededor de las redes, observan las piruetas de los jarilleros en
su interior en repetidos intentos por atraer a sus congéneres, para que en un
número muy limitado puedan ser capturados por los amantes del silvestrismo, marcando
otra pauta en el devenir del tiempo que finalizará en noviembre. Parece que fue
ayer cuando publicábamos un artículo al respecto, y este reloj natural de Mazagón,
a veces muy rápido y a veces lento, afortunadamente comprobamos que sigue
latiendo.
Los
bandos de aves (fringílidos), vienen desde la dirección del Puerto
Deportivo con sentido al estrecho, para pasar el invierno en África.
Intentaremos
averiguar si este es el año del lúgano. Las leyendas dicen que pasan cada
siete, ya veremos.
Federico Soubrier