05 abril, 2014

PRÍNCIPE


Lo llamo príncipe y creo que es el más altanero de todos los gatos de nuestro alrededor. Maestro del acecho, cazador impenitente, profundos ojos azules y limpieza permanente.

Cada día a la misma hora se presenta en su oteadero y echa un vistazo al devenir de la Avenida Santa Clara, controlando todo, incluso si hay perros; más tarde, continúa con sus andanzas, siendo el azote tanto de los gorriones como de los  ratones del lugar que jamás tienen la fiesta en paz .

Poco me importa si es macho o hembra, ya que siempre "príncipe" será, o tal vez llegue algún día incluso a reinar, pero pocos serían capaces de levantar sus patas traseras para observar sus intimidades sin llevarse unos arañazos como respuesta al impertinente atrevimiento, además antes habría que cogerlo, lo cual sería inasequible.

Menos aun me preocupa quiénes sean sus dueños, ya que los felinos no son de nadie, son independientes y eso es lo que me fascina de ellos. Si te necesitan te utilizan para atusarse y pedirte que los acaricies, si no, pasan de ti; si los molestas te atacan, no rinden cuentas a amos ni pelotean con sus colas; no saben de correas ni de bozales, viven la vida a veces acompañados y cuando quieren a solas. 

Hace tiempo supe de un pescadero, en un pueblo del norte peninsular, que venía a hacer sus ventas exclusivamente los jueves por la mañana, sobre las nueve, y en aquel momento aparecían montones de gatos en la plaza para intentar comerse los restos de la limpieza de algunas piezas. Lo curioso es que hasta el siguiente jueves no se veía felino por lado alguno.

Además de volverse pardos por la noche, tener siete vidas y caer siempre de pie deben tener una agenda y un reloj en algún lugar de su bien amueblado cerebro.

Este príncipe de angora me tiene siempre pendiente cuando se acerca su hora.

Federico Soubrier