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Un importante sector del electorado
español dio un par de buenas bofetadas sin manos a los partidos políticos
punteros, en especial a un bipartidismo
que ha venido arruinando al país y machacando a la nación en un continuo relevo
más o menos tácito, asumido por todos desde hace ya demasiado tiempo. A pesar
del intento de excusa que supone el libre albedrío de la estadística, la
ciencia más mentirosa de todas, el resultado puso coloradas las caras de la
mayoría de representantes de partidos con las más variopintas siglas.
Quedó demostrado que aquello de
que ir a votar no sirve para nada, es una falacia.
Quienes esperaban ganar por
abrumadora mayoría, ni siquiera celebraron su “éxito”, quedando su catering
arruinado. Otros que confiaban en hacer lo mismo tuvieron incluso que ampararse
en su avance en Andalucía, habiendo obtenido los peores resultados que se
recuerdan en bastantes elecciones. La dimisión de Rubalcalba viene a reforzar
contundentemente esta teoría.
Toda una vergüenza que en cuatro
meses el nuevo partido político PODEMOS haya conseguido más que muchos otros
asentados desde las primeras elecciones democráticas en 1.977.
Se minusvalora la importancia de
semejante resultado, siendo un indicador en unas elecciones no muy consideradas
ni en el territorio nacional, incluso ni en el resto de europa, del descontento
general con unos partidos que no paran de sobresalir por su corrupción, por
engañarnos reiteradamente y no tener en cuenta para nada al pueblo.
De cara a las próximas Elecciones
Municipales y Autonómicas, de mucha mayor trascendencia política y ahora pienso
desde Mazagón, lugar en el que resido, inevitablemente sumido bajo ese
bipartidismo al que hacía referencia, podemos y debemos darnos cuenta de que el
futuro sí está en nuestras manos, e intentar concienciar a las personas de
nuestro entorno de la importancia que tiene el demostrar nuestro descontento. Muchos
se están preocupando de que no sea tan importante para nosotros cómo tienen de
bonito el pueblo o los cheques bebe y otros tantos que reparten, como las
políticas del partido en que amparan sus gobiernos. Evidentemente a un padre
le preocupa bastante más el porvenir de sus hijos que el que en las alamedas se
planten almendros o una cuna gratis.
Por unos momentos la charanga y la
pandereta guardaron silencio para dar un par de bofetadas que sonaron a gloria.
Federico Soubrier García
Sociólogo