Cuentos de Calleja |
Puedo creer de verdad que Mahatma
Gandhi, conocido abogado, político y pensador, representase al pueblo indio tanto
por su idiosincrasia como por su manera de vestir. No puedo aceptar de ninguna
manera que los reyes acicalados con galas, reuniéndose con digamos el Emir de
Qatar, me vengan a decir que representan a sus súbditos o a su nación cuando se
lavan las manos abriendo un grifo de oro después de haber saciado su apetito en
el almuerzo o la cena con aquello que les haya venido en gana; lo mismo me da
que fuese langosta o un medallón de merluza si andan mal del estómago. Me
parece fascinante que vuelen con el Boeing 747 plagado de empresarios para que
se forren ganando dinero en otros países y después les regalen un yate; pero no
entiendo que eso reporte nada al pueblo español, a los parados, a los
pensionistas ni a los trabajadores que con su consumo han estado levantando
este país desde antes de que ellos naciesen, incluso desde antes de que al
generalísimo se le ocurriese que quería perpetuarse por sus santísimos …
Me parto oyendo a Rubalcaba
hablar del sentir republicano del PSOE y soy consciente de que en un referéndum
tanto Bostwana, como los Duques de Palma y otro tanto anecdotario quedarían en
el olvido.
No entiendo, o sí, que en los
tiempos que corren no gobierne la primera heredera en un protocolo que se pasa
los principios de igualdad de género por el forro.
Y lo que sí agradezco es que de
momento, desde un paraíso perdido como Mazagón, pueda expresar mis ideas “sin
temor a la represión”, pero a la vez os aconsejo que os abstengáis de firmar
correos en pro de la república, al fin y al cabo no dejan de ser una lista de
Schindler más y nadie sabe nunca lo que puede suceder en el futuro.
Por mucho discurso de Navidad,
preparado por acólitos hasta en el más mínimo detalle como pudiese ser la
fotografía en la que cada vez aparece menos personal, no paro de comprobar que
en la piel de toro hasta el más tonto hace relojes y vive demasiada gente del
cuento, eso sí, con todos mis respetos al desaparecido señor Calleja.
Federico Soubrier García