El grupo "Amigos del
Poblao" nos presenta su nuevo CD titulado "Nostalgia", realizado
en homenaje a los antiguos habitantes del Poblado Forestal de Mazagón, lugar de
donde provienen sus orígenes. Zenobia, Rocío, Tomé, Germán y Kiko, han logrado
realizar un magnífico trabajo grabado en los Estudios La Buhardilla de Mora,
con los arreglos y la dirección musical de Martín Mora.
Pronto se encontrará a la venta
en varios puntos de Mazagón que pondremos en conocimiento de los interesados.
Si los escuchas con atención, te
encontrarás con algo inmejorable. Sonido, letra, mensaje, música y arte
desbordante. Mi más cordial enhorabuena a todas y todos por vuestro logro. Es
como un perfume, lleva concentrado en seis magníficas gotas millares de sentimientos,
aromas y todo tipo de sensaciones. Buen trabajo...
Fue un honor que contasen conmigo
para realizar la introducción de esta brillante obra y aquí os dejo lo que al
final se plasmó en la contraportada.
NOSTALGIA
El contenido de este compact disk
consigue fundir un maravilloso aire musical con letras a veces alegres y
a veces desgarradoras de Quico Estirado, pero siempre plagadas del fantástico
colorido paradisíaco de pinares, arenas doradas, espumas y mar. Si te
sumerges en él, llegas a oler la resina de la piña, el aroma del
romero y esa brisa fresca del foreño con sabor a marisma que cuando salta
de poniente cimbrea las retamas, hace bailar los juncos e invita a danzar al
agua para remover su sal.
Al escucharlo, pasearás por el
Muelle del Vigía, verás atardecer en él, irás a la Cuesta de la Barca, vivirás
en el Poblado, caminarás por sus playas y volarás sobre Mazagón.
El sentir de sus cantares trae la
nostalgia de un tiempo que fue feliz para ellos; cuando siendo niños habitaban
el Poblado Forestal de Mazagón, sin otra preocupación que vivir libres, nadar
en plena naturaleza y divertirse forjando amistades imperecederas.
De aquel paraíso del juego,
rescatan los nombres de los que allí vivieron, pasando lista, uno por uno,
recordando aquellos tiempos nos cuentan a la vez cómo era la vida de aquella
gente, la rutina del hombre y la mujer; su mucho trabajo y su poco descanso,
todo siempre en comunidad: compartir para poder avanzar. No hay mejor
definición de aquel esfuerzo, ese que levantó Mazagón, que “las manos
encallás”, de esos callos que sacaron todo de la nada, en silencio, con
constancia y supieron enseñar a aquellos niños y niñas a ser hombres y mujeres,
con la cabeza bien alta. Aquella etapa grabada en sangre y retina por y para
siempre...
Alegría, tristeza y melancolía de
aquello que fue, sin duda, el mejor regalo de sus vidas.
Federico Soubrier García