Llega un momento en que ya las bromas te tocan las narices. Si la farola tiene más o menos lúmenes, si han tenido que ponerle un brazo por detrás, si ahorran más pero se ve menos, si los van a votar o no…
Ahora todo
eso me la trae al paire. Están poniendo la seguridad de mi familia, de mis
vecinos y de todo el que pasa por mi calle en un palpable peligro. Han caído
cuatro gotas y es el tercer día que salgo de mi casa y no vemos absolutamente
nada. No encuentro mi coche y la calle parece que no está ni puesta. No sé si
estoy pisando la acera o me meto dentro de un jardín.
Estoy
empadronado en Mazagón, en la Avenida Santa Clara, específicamente en la zona
de Moguer, que es el municipio donde tributo con mis impuestos. Denuncié la
chapuza que se ha realizado en el guardia tumbado de la calle que tiene una
zanja peligrosa hasta de día y ahora tengo que pasar por él a oscuras.
Supongo que ustedes pensaran que esto es para el que le pase pero, a veces, sobrevivir a este Mazagón es como hacerlo en el paleolítico.
La fotografía
negra es algo que no creo que haya lugar urbanizado del mundo donde éste sea el
panorama nocturno. La del coche al menos te orienta en qué sentido va la
carretera y la de la trampa del ceda el paso es lo que sabes que puede pisar en
cualquier momento.
Mi denuncia
en esta página quiere expresar que esta instalación de alumbrado recién montada
no ha sido lo suficientemente estudiada, seguramente adoleció de una
especialización de mano de obra capacitada, indudablemente ha sido supervisada
por personal no adecuado, de hecho, los acabados de las farolas presentan en
algunos lugares cartones con bridas donde tendrían que llevar portezuelas
herméticas. No se ha contado con las incidencias de la humedad sobre los
cableados que trasportan energía eléctrica, lo cual ha derivado en apagones
cuando la meteorología genera pluviosidad. Resumiendo, y a buen entendedor
pocas palabras bastan, es una chapuza y un verdadero peligro público, lo cual
ha ocasionado que los últimos tres días nos la hayamos jugado andado por la
boca del lobo.
Federico
Soubrier García