24 diciembre, 2014

EL BOTERO CAYETANO

Cayetano Fernández en la proa de su embarcación
Hace algunos años si andabas por una calle de Mazagón a altas horas de la madrugada te podías cruzar con algún bohemio que venía de tomarse la espuela en el último bar abierto, o bien con el panadero empezando ya con su reparto. Ahora con esto de la crisis ya no hay para copas, y el panadero ha desaparecido con las baguettes de los modernos puntos de venta de pan caliente que tanto están proliferando. Pero todavía es posible encontrarse con alguien en la calle a esas horas, y ese es el botero del puerto de Mazagón, la primera persona que pisa las calles de esta localidad.

Cayetano Fernández es un lepero de 52 años que se levanta todos los días a las tres de la mañana para estar en Mazagón poco antes de las cuatro. Su medio de transporte es una furgoneta Citroen C-15, que tiene cerca de catorce años, y que conduce su hijo Juan porque él no tiene carné de conducir. El botero Cayetano es el encargado de llevar a las tripulaciones de los barcos dedicados a la pesca de la chirla, desde el pantalán del puerto pesquero hasta el fondeadero de “Puertobarato”, entre la marina seca del puerto deportivo y el espigón de la playa de Ciparsa.

Barcos draga en el puerto de Mazagón
La pesca de la chirla se ha realizado tradicionalmente con embarcaciones artesanales que utilizaban rastros remolcados en los fondos, hasta que en los años 90 fue apareciendo el sistema de dragas hidráulicas, y que lógicamente multiplicaron el número de las capturas. En el fondeadero de “Puertobarato” hay más de veinte barcos con sistema hidráulico, de diferentes puertos del litoral onubense que utilizan esta zona para estar cerca del caladero de la chirla y ahorrarse así el combustible en el desplazamiento a sus puertos base. Los primeros barcos se hacen a la mar entre las cuatro y las cinco de la mañana, para regresar al mediodía o bien entrada ya la tarde, dependiendo de cómo se den las capturas.

Como casi todos los hombres de la mar de Lepe, este botero procede de una familia con una amplia tradición marinera, antiguos pescadores de las almadrabas, ya desaparecidas que se calaban en diferentes puntos de esta costa. Cayetano se ha dedicado siempre a la pesca de trasmallo con su pequeña embarcación, pero hoy por diversas razones ha abandonado temporalmente esta actividad para dedicarse al transporte de los marineros, una ocupación más cómoda que implica menos riesgos y menos gastos, únicamente el combustible del motor fueraborda y el del vehículo para desplazarse de Lepe a Mazagón y viceversa.

Pescadores cribando la chirla
Mientras los barcos están pescando, Cayetano y su hijo Juan esperan su regreso dedicándose a realizar todo tipo de trabajos de mantenimiento o reparaciones en los barcos que están atracados en el muelle, o hacen algunos servicios a los barcos que lo solicitan en el caladero. La labor del botero es imprescindible para todos los barcos que operan en la zona, que lo tienen  localizado a través del teléfono móvil para solicitar sus servicios. Pero a pesar de la importancia de su trabajo no tiene ningún salario asignado, cobra en especie, y no siempre; pues el día que un barco no capture la tara establecida, no cobra, quedando el pago aplazado para el día que la supere con creces. Cayetano lleva toda una vida dedicado al mar y sabe de él tanto como los peces. «Hoy la cosa está chunga. ¿Ves el color del agua? —dice apuntando hacia el mar—, pues hoy los barcos no ganan ni para el gasoil.», comenta con pesadumbre.

José Antonio Mayo Abargues