No nos vamos a
poner a discutir sí es un galgo o es un podenco, no vaya a ser que acabemos
como los conejos de la fábula de Iriarte, en sus fauces.
El caso es que
hace unos días debatíamos sobre el contenedor que hay frente a la guardería, al
comienzo de la bajada de la cuesta hacia la Avenida de los Conquistadores, un
gato no había podido sacar aquella gran bolsa de basura y esparcirla por los
alrededores.
Parece que ya
tenemos la respuesta y lo peor es que a este perro escalador, lo mismo se le ha
contagiado algo más de los felinos, los tigres, de los que dicen que una vez
que prueban sangre humana repiten. El can no creo que sea de temer, de hecho
lleva collar, pero sí ha encontrado un sistema fácil de alimentarse, seguro que
repite cada noche.
Sin olvidar
que a veces nos llevamos buenos sustos cuando tiramos la basura y salta hacía
afuera un gato, no sería mala idea que nos concienciemos en dejar cerradas las
tapas de los contenedores, misión para las que fueron diseñadas, ya que el perro, al igual que el lobo, enseña a la manada.
Federico Soubrier