Los trabajos se han acometido
tanto en la base como en el Íkaro
El Alcalde de la localidad,
Carmelo Romero, y el Concejal de Obras, Ricardo Bogado supervisaron
personalmente cómo operarios municipales auxiliados por dos camiones grúas
colocaban cuidadosamente el Íkaro sobre una base perfectamente compactada y
sólida que guarda su apariencia original.
El paso del tiempo y las
inclemencias climatológicas había provocado la oxidación de la cimentación que
daba soporte al monumento lo que a su vez estaba teniendo un efecto de empuje
hacia fuera de las piedras que lo revestían. Asimismo se apreciaban ciertas
grietas en algunas partes de esta mitológica figura diseñada en bronce.
Por eso el Ayuntamiento de Palos
decidió desmontar tanto la estatua como las piedras perimetrales, para hacer
una nueva cimentación, restaurar la estatua y volver a colocarla.
Los trabajos sobre la base y
sobre el Íkaro se han hecho paralelamente, mientras unos trabajadores municipales
desarrollaban en la Rábida
las tareas de albañilería, otros actuában de la mano de especialistas en el
taller de soldadura municipal.
La base se ha estructurado en
torno a un eje de hierro sobre el que se han ido fijando con gavillas las
piedras perimetrales que revestían el pedestal del Plus Ultra para,
posteriormente y por niveles, ir rellenando el conjunto con hormigón. Una vez
terminada la base se colocaba ayer el monumento ya restaurado.
Carmelo Romero ha resaltado la
complejidad y laboriosidad del trabajo que se ha realizado que ha conllevado
mover piedras de hasta 400 kilos de peso. A una altura de unos 8 metros varios operarios fijaban el
lunes el Íkaro a la piedra que le da soporte y el primer edil repasaba hasta el
último de los detalles con los que se remataba la actuación.
Esta restauración da también
respuesta a un compromiso que adquirió el Ayuntamiento con la Diputación y con el que se
pretende sumar al embellecimiento de todo el entorno tras las últimas
actuaciones que se han llevado a cabo en La
Rábida.
Este monumento forma parte de la
historia de Palos ya que fue donado por el gobierno Argentino en los años
veinte del siglo pasado, como muestra de gratitud por dejar allí el hidroavión
que realizó el primer vuelo transoceánico
que voló desde Palos de la
Frontera hasta Buenos Aires.