Todos
los días, cuando salgo de casa y doblo la esquina de la acera, observo algo
curioso, la cantidad de basura de la papelera crece y crece sin parar, esto
desde hace lo menos tres semanas, y es que la pobre ya no aguanta más, y
desborda la basura. Yo intento enseñar a mi nieto que al suelo no se tira nada,
que eso se hace en las papeleras, pero a pesar de contar solo con dos años y
pico, me mira perplejo cuando ve que no hay donde depositarla, y es que
aprenden una barbaridad.
Un
punto y aparte se merece también el contenedor, es el preferido de los gatos
del barrio, por que al estar roto, entran y salen a placer de el, sacan las
bolsas de basura para degustar su contenido con tranquilidad en el suelo,
incluso he visto una noche cómo un perro saltaba al interior, sacando una bolsa
con el hocico, como si de una cigüeña de cuatro patas se tratara, y es que los “jodios”
animales son muy listos.
No
se que tiene la barriada San José, que a veces está algo abandonada, hace poco
atropellaron al perrito de un vecino, no me quiero ni imaginar si hubiera sido
un crío, y es que la vigilancia policial brilla por su ausencia y a veces los
vecinos nos tenemos que enfrentar a la cantera automovilística que tenemos en
nuestras calles, de cero a cien en cincuenta metros de calle, increíble lo de
estos ases del volante, si no te lo crees, ven un fin de semana y disfruta en
directo de las carreras en la calle Pleamar.
Igual
es que soy algo cascarrabias, o un incomprendido, no me quiero imaginar lo que
puede hacer un padre o un abuelo si ve que atropellan a su retoño... bueno hay
queda eso por si alguien lo lee.
Pepe Vicario