Federico Soubrier
Tengo la suerte de
vivir durante las cuatro estaciones en Mazagón. Podría hacerlo en Huelva, a la
vera de mi trabajo, pero el privilegio de ver a diario el amplio abanico de
colores de la mar, el perenne verde de los pinos, el tostado de la arena y,
sobre todo, la sorprendente tranquilidad del lugar compensan con creces mis
desplazamientos “in itinere”.
A ningún residente
costero del litoral español se le pasa el estrés al que estamos sometidos todos
en verano y valga de ejemplo que aquí normalmente habitamos sobre unas cuatro
mil almas, tal y como se redactaba en los antiguos escritos y con el estío nos multiplicamos
por más de diez, llegando hasta casi cincuenta mil hospedados a los que hay que
sumar los muchos que se limitan a venir a pasar el día en la playa.
El problema no son
las colas en las farmacias, ni en los supermercados, en las puntuales caravanas
o en la gasolinera, todo esto se asume con resignación, ya que los negocios,
los que regentan nuestros amigos o conocidos, autónomos que sobreviven gracias
al remanente del verano, tirando en invierno como bisontes, soportando nieve,
viento y agua, tendrían que cerrar si no fuera por los visitantes foráneos. El
meollo de la cuestión es la avalancha de personas que con su “paso de Atila”
dejan todo perdido de suciedad. Al igual que cualquiera presume de su jardín o
del salón de su casa, nosotros lo hacemos de nuestro entorno, sobre todo de
nuestras playas y por eso nos gusta que nos visiten pero, como es obvio, a
nadie le agrada que deterioren su hogar.
Ahora nos enteramos
de algo que se tendría que haber anunciado antes de las elecciones municipales
del veinticuatro de mayo. Sin duda, una puñalada trapera, porque si se hubiera
tenido conocimiento del hecho, otro gallo hubiera cantado. El Ayuntamiento de
Moguer nos va a pintar con su paleta traicionera rayas en la mancomunidad,
lugar en el que ya no caben más líneas divisorias. Nos van a imponer zona
horaria de aparcamiento. La experiencia de quien trabaja en la zona de Tráfico,
justo una de las zonas más candentes de la circulación en Huelva, es que esta
aplicación no sirve absolutamente para nada y es exclusivamente una medida
recaudatoria que además atrae a los “gorrillas piratas” como la miel a las
moscas.
En algunos puntos,
como por ejemplo el aparcamiento aledaño al parque, en el que por un euro
cincuenta se puede aparcar todo un día, esa necedad, ¿cómo se justifica? ¿qué
tipo de movilidad vial le proporcionará a la zona? La medida va a conseguir
desplazar gran parte de la actividad de compras a la zona del polígono,
cercenando el centro de la manera más estúpida imaginable y a la vez a Mazagón,
por el escaso o nulo interés de los alcaldes de la Mancomunidad, que sí se
preocupan de mantener sus ciudades como patenas, teniendo por parte de “Los de
Villa Abajo”, la Casa del Vigía dejada de la mano de Dios y cobrándonos por
bajar con el coche, a unos cuantos metros, para bañarnos a la playa y por parte
de “Los de Villa Arriba” los miles de socavones y deficiencias en nuestras
infraestructuras, cuando pagamos los impuestos de vehículos de tracción
mecánica y el IBI de nuestras viviendas, generándole a sus arcas pingües
beneficios.
Todo esto, por
supuesto, no es por cuestión de dinero, es por un compendio de orgullo, moral y
dignidad. Resulta patético que además lo quieran justificar con dos contratos
de dos meses, no sé a quién puñetas pretenden engañar.
Si están faltos de
ideas para sangrarnos, podemos ayudar: zona azul para sombrillas, por supuesto
cobrar los minutos de baño y cómo no las horas de sol, lo mismo con las
ganancias y, sobre todo desde Moguer, puedan montar este año un chiringuito en
el Parador. Una playa con bandera azul necesita prestaciones para los usuarios.
Aquí desgraciadamente siempre, andamos entre Pinto y Valdemoro, mojados y justo
en medio del charco.