Vista aérea de la playa de Mazagón |
No es necesario esperar a final
de mes para hacer un balance de lo que, a mi parecer, ha sido el verano y
considero que puedo hacerlo porque si de muestra vale un botón, yo lo hago del
Mazagón donde vivo que la semana que viene quedará casi vacío por la Romería de
Palos de la Frontera, que no tardará en empalmar con la Feria de Moguer.
De
un lado mis amigos los hosteleros me comentan que respecto al año pasado han
notado una considerable mejoría en restaurantes y bares, que si no ha sido casi
el doble, le ha andado cerca.
Como contrapartida salta la noticia de que, más
que posiblemente, se cerrará otro hotel, convirtiéndose incompresiblemente en
la tercera estructura turística muerta que alberga nuestra localidad, esa que
cuenta con playas paradisiacas y una gastronomía envidiable, entre otras muchas
cosas, y anda escasísima de camas de alojamiento turístico respecto a las
cincuenta mil personas que vienen a residir diseminadas en viviendas de
alquiler o segundas residencias.
En
relación a la chorrada de las zonas azul y roja, impuestas por el ayuntamiento
moguereño alegando rotación, las han tenido vacías todo el verano, perjudicando
a los empresarios del centro, jodiendo a la población residente y cobrándole la “ecotasa azul” por asistir a
las ineludibles consultas médicas, porque el centro de salud se encuentra
ubicado en todo el meollo azulgrana. No creo que la exigua recaudación haya
dado para pagar a los vigilantes, amortizar las máquinas de cobro y los botes
de pintura. Hay que ser muy torpe, pero los cambios políticos nos han dejado en
el centro del albero. Se han lucido si necesidad de fotito política.
Me
satisface no haber tenido noticias aquí de ningún ahogamiento. También me
alegro de las visitas de alguna orca, delfines y de algunos marrajos despistados
que no han producido altercados. No hemos tenido ni invasión de medusas ni
demasiadas algas y en ese sentido no se puede pedir más.
Para
no imitar a Fraga cuando el hombre del tiempo jamás ponía nubes en la Costa
Brava, nos han caído unas gotas, hemos tenido algunas nubes, el foreño ha
soplado cuando le ha dado la gana, no hemos podido ver bien las perseidas, pero
la temperatura del agua se ha portado de maravilla incluso para los que tenemos
más de cuarenta.
Siento
que la Casa del Vigía continúe en tal mal estado, dependiendo del saneado Ayuntamiento de Palos de la Frontera, que
regala cheques por doquier, fruto de la desidia de un gobierno poco implicado
con un Mazagón que le reporta pingües beneficios, al igual que a los de la zona
blue and red.
Supongo
que como los habitantes perennes de todos los pueblos costeros del territorio
español, me alegro de que los visitantes
hayan disfrutado de las bondades de nuestro entorno, a la vez que me llena de
satisfacción volver a la paz taciturna, la que nos deparan las otras tres
estaciones, la de la intimidad y el sosiego, la del fácil estacionamiento y la
del paseo playero semidesértico.
En
fin, que se termina una etapa de la que habría que quedarse con la parte
positiva, porque de la negativa no nos despegamos ni con aceite hirviendo.
Federico Soubrier García
Sociólogo y Escritor