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23 agosto, 2015

BALANCE ESTIVAL


Vista aérea de la playa de Mazagón

                  No es necesario esperar a final de mes para hacer un balance de lo que, a mi parecer, ha sido el verano y considero que puedo hacerlo porque si de muestra vale un botón, yo lo hago del Mazagón donde vivo que la semana que viene quedará casi vacío por la Romería de Palos de la Frontera, que no tardará en empalmar con la Feria de Moguer.

                De un lado mis amigos los hosteleros me comentan que respecto al año pasado han notado una considerable mejoría en restaurantes y bares, que si no ha sido casi el doble, le ha andado cerca.

                Como  contrapartida salta la noticia de que, más que posiblemente, se cerrará otro hotel, convirtiéndose incompresiblemente en la tercera estructura turística muerta que alberga nuestra localidad, esa que cuenta con playas paradisiacas y una gastronomía envidiable, entre otras muchas cosas, y anda escasísima de camas de alojamiento turístico respecto a las cincuenta mil personas que vienen a residir diseminadas en viviendas de alquiler o segundas residencias.

                En relación a la chorrada de las zonas azul y roja, impuestas por el ayuntamiento moguereño alegando rotación, las han tenido vacías todo el verano, perjudicando a los empresarios del centro, jodiendo a la población residente  y cobrándole la “ecotasa azul” por asistir a las ineludibles consultas médicas, porque el centro de salud se encuentra ubicado en todo el meollo azulgrana. No creo que la exigua recaudación haya dado para pagar a los vigilantes, amortizar las máquinas de cobro y los botes de pintura. Hay que ser muy torpe, pero los cambios políticos nos han dejado en el centro del albero. Se han lucido si necesidad de fotito política.

                Me satisface no haber tenido noticias aquí de ningún ahogamiento. También me alegro de las visitas de alguna orca, delfines y de algunos marrajos despistados que no han producido altercados. No hemos tenido ni invasión de medusas ni demasiadas algas y en ese sentido no se puede pedir más.
                Para no imitar a Fraga cuando el hombre del tiempo jamás ponía nubes en la Costa Brava, nos han caído unas gotas, hemos tenido algunas nubes, el foreño ha soplado cuando le ha dado la gana, no hemos podido ver bien las perseidas, pero la temperatura del agua se ha portado de maravilla incluso para los que tenemos más de cuarenta.

                Siento que la Casa del Vigía continúe en tal mal estado, dependiendo del saneado  Ayuntamiento de Palos de la Frontera, que regala cheques por doquier, fruto de la desidia de un gobierno poco implicado con un Mazagón que le reporta pingües beneficios, al igual que a los de la zona blue and red.
                Supongo que como los habitantes perennes de todos los pueblos costeros del territorio español,  me alegro de que los visitantes hayan disfrutado de las bondades de nuestro entorno, a la vez que me llena de satisfacción volver a la paz taciturna, la que nos deparan las otras tres estaciones, la de la intimidad y el sosiego, la del fácil estacionamiento y la del paseo playero semidesértico.

                En fin, que se termina una etapa de la que habría que quedarse con la parte positiva, porque de la negativa no nos despegamos ni con aceite hirviendo.

Federico Soubrier García
Sociólogo y Escritor