El escritor e investigador Leopoldo Gorostiza Dapena, ha publicado en
la revista cultural MonteMayor que edita
la Fundación de Cultura de Moguer, un interesante artículo histórico en el que,
avalado por numerosas pruebas documentales, se afirma que la carabela Pinta era
también moguereña.
Gorostiza apoya su investigación
en varios documentos y estudios históricos, entre los que destaca el libro de
Fray Ángel Ortega OFM «La Rábida, historia documental crítica», publicado en
1925, en el que se recopilan datos de gran interés y testimonios de quienes
fueron en su día protagonistas de la preparación y ejecución del viaje
descubridor.
A partir de este material, y con
la certeza de que a pesar del tiempo transcurrido, aún no están claros los
detalles y circunstancias de aquella aventura, Leopoldo Gorostiza cuestiona las
informaciones en torno a la flotilla descubridora que se dieron por buenas
hasta hace poco más de un siglo, que afirmaban que la Santa María era una nave
cántabra y las otras dos carabelas, la Pinta y la Niña, de Palos; y se
necesitaron otros 50 años para que los investigadores admitieran que la Santa
María era una nao, probablemente del Puerto de Santa María, y que la Niña se
construyó en los astilleros moguereños del río Tinto, y era propiedad de la
familia Niño.
Actualmente la doctrina oficial
está estancada en ese punto y los expertos consideran que la carabela Pinta fue
construida y botada en Palos y que era propiedad de dos palermos: Gómez Rascón
y Cristóbal Quintero. Sin embargo Gorostiza afirma en su trabajo que de esta
primera persona «no se sabe nada más, ya que su nombre no vuelve a aparecer en
ningún otro documento alguno ni anterior ni posterior al Descubrimiento, por lo
tanto, la presunción de que Rascón fuera natural o vecino de Palos es solo eso,
una presunción aventurada nacida de la idea extendida de que todo participante
del que no se conociera explícitamente su origen tenía que ser, a la fuerza, de
Palos», por contra, la vida del marinero Cristóbal Quintero está bastante
documentada y sabemos con absoluta certeza que era natural y vecino de Moguer y
además pariente cercano de la familia
Niño, «por lo tanto», continúa el autor, «hasta que no se conozca la
filiación de Gómez Rascón, es evidente que al menos la mitad de la carabela Pinta
era de Moguer».
Pero según Gorostiza, «hay más
datos que demuestran que muy posiblemente la Pinta fue totalmente moguereña»,
destacando en este sentido que el embargo de las dos carabelas que junto a la
Santa María emprenderían finalmente el viaje colombino, lo realizó el letrado
Alonso Pardo «y se hizo necesaria y obligatoriamente en Moguer, ya que era el
único lugar en el que este escribano público tenía poderes para realizarla».
El investigador argumenta que si
el embargo se hubiese realizado en Palos, como asumen muchos estudiosos, el
encargado de ejecutarlo hubiese sido el escribano público de esa villa,
Francisco Ferrandes. «Por algún motivo que desconocemos, Palos no pudo o no
quiso disponer de buques surtos en su puerto, y Colón tuvo que desplazarse a
Moguer para realizar el embargo ayudado de la autoridad del letrado Alonso
Pardo». Gorostiza continúa afirmando que «por razones desconocidas, y sin apoyo
documental creíble alguno, se asume que esas dos carabelas embargadas eran de
poca calidad y que Colón y los Pinzones las desecharon para fletar otras dos
más apropiadas -la Pinta y la Niña- en el puerto de Palos», algo que el autor
califica como «una leyenda que pretende que todo el protagonismo de los
preparativos tuvo lugar en Palos y que Moguer, a regañadientes, fue solamente
un "comparsa" desdibujado en todo el proceso».
Para Gorostiza, los datos son
claros y la conclusión evidente «ya que si la carabela Santa Clara, -la Niña-,
era de Moguer y propiedad de una familia moguereña y la Pinta era también
propiedad de otro moguereño, Cristóbal Quintero, y de Gómez Rascón, (de
natalidad desconocida), pero ambas fondeadas en el puerto de Moguer; y ambas
las únicas embargadas por el Concejo de Palos para cumplir la orden real ¿Qué
se desprende de ello? Que las dos carabelas embargadas en Moguer fueron la
carabelas Niña y Pinta y que ambas eran de esta villa».
En el artículo se incluyen otros
testimonios de gran interés sobre los detalles de este proceso que no han sido
divulgados por la historia oficial y así en las "Probanzas" de junio
de 1557, otro moguereño ilustre, Juan de Aragón, declaró que "…este testigo vido que el
dicho Pero Alonso Niño (…) fue por piloto e maestre mayor de las naos quel dicho
Almirante Colón llevaba, que fueron tres naves, en el viaje de este
descubrimiento de las Indias del mar océano, y este testigo los vido estar
embarcados en el dicho río de esta villa para salir de mar fuera…"
El estudio de estos y otros
documentos históricos lleva a Leopoldo Gorostiza a afirma como conclusión que
tanto la Niña como la Pinta «eran de Moguer, fueron embargadas conjuntamente,
se armaron, guarnieron, acondicionaron y tripularon en Moguer. Con toda
probabilidad el 2 o el 3 de agosto de 1492, preparadas a son de mar, zarparon
del puerto de Moguer. Luego, en Palos, los hermanos Pinzón se embarcaron y la
flotilla se preparó para atravesar el Océano Atlántico y descubrir las
Américas».
El autor tiene claro por qué
todas las fuentes históricas afirman que las naves salieron de Palos, y la
razón es clara «porque Moguer era una villa perteneciente a la noble familia de
los Portocarrero y Palos una villa de propiedad real por lo cual, si zarpaban
de Moguer sus señores los marqueses podían solicitar una parte o el total del
descubrimiento, mientras que si «oficialmente» zarpaban de Palos, la propiedad
de las nuevas tierras era exclusivamente de los reyes de España, un motivo más
que suficiente para mentir en todos los documentos oficiales».
Leopoldo Gorostiza Dapena |
El autor del artículo histórico
que se publica en la revista cultural MonteMayor que edita la Fundación de
Cultura de Moguer con motivo de las fiestas patronales de septiembre, ha
desarrollado una larga trayectoria en el campo de la investigación relacionada
con la navegación, sus artes y sus embarcaciones, y cuenta en su haber con el
libro titulado «Los primeros barcos del
Mediterráneo», editado en su día por la Fundación Cajasol y en el que se
analizan con detalle y se incluyen maquetas de hasta 16 diferentes tipos de
embarcaciones que surcaron las aguas del Mare Nostrum entre la época egipcia y
el año 400 de nuestra era.
Este ingeniero industrial
enamorado de la mar y afincado desde hace 40 años en Moguer, ultima en estos
días un nuevo libro que se presentará en torno al 12 de octubre en la patria
chica de los hermanos Niño, y que lleva por título «Hombres y buques del Descubrimiento», en el
que reivindica la decisiva aportación de Moguer y los moguereños en la gran
aventura americana.