José Bogado Rodríguez
El Buque Escuela Juan Sebastián de Elcano con todas las
velas desplegadas /Antonio Guerra.
Desde la gesta del Descubrimiento de América hasta nuestros días, los marineros de Palos de la Frontera han sido protagonistas de numerosas hazañas y aventuras por todos los mares y océanos de nuestro planeta. Entre ellas se encuentran las vividas a bordo del buque más emblemático y simbólico de la Armada española, el Juan Sebastián de Elcano. Son muchos los marineros palermos los que han formado parte de la historia de este vetusto velero bergantín-goleta, realizando cruceros de instrucción o dando la vuelta al mundo y que dedicaron una parte de sus vidas al buque escuela de la Armada Española, como marineros de reemplazo o profesionales.
José Bogado Rodríguez, el Grillo |
Fue el vigésimo noveno crucero del Elcano, uno de los viajes más largos de este buque sin ser la vuelta al mundo, recorriendo 28.459 millas. Salieron de Cádiz el 2 de septiembre de 1956, al mando del capitán de fragata D. José R. González López, regresando el 13 de julio de 1957, después de haber realizado el siguiente itinerario: Cádiz, Santa Cruz de Tenerife, Dakar, Río de Janeiro, Recife, Puerto España, Cristóbal, Pearl Harbour, San Francisco, Monterrey, San Diego, Balboa, Nueva York, Norfolk, Marín y Cádiz.
Minador Marte, primer destino de Bogado Archivo de la Armada |
«En Nueva York, un día no quise salir y me
quedé a bordo, y estaba yo tendido en la cama cuando escucho por los altavoces
que me presente en el Cuerpo de Guardia. Cuando llegué allí me dijo el cabo que
me presentara en la oficina del jefe de guardia, un teniente de navío que se
llamaba don Guillermo Carrero Pichot, hijo del almirante Carrero Blanco. Don
Guillermo me dijo que había un paisano mío en tierra que me quería ver. A mí me
extrañó mucho, pero le dije que subiera para ver quién era. Y resulta que era
un muchacho de Huelva que se había criado en Palos, hasta que a su padre lo
desterraron del pueblo por un jaleo que tuvo con el alcalde. Yo no lo conocía,
y él a mí tampoco. El muchacho había ido de polizón en un barco, pero lo
pillaron cuatro veces y lo mandaban de vuelta a España, hasta que a la quinta
se quedó y encontró trabajo en una grúa del muelle, y cada vez que llegaba un
barco español subía a bordo a hablar con la gente. Echaba de menos su tierra…
Me preguntó que de dónde era, y yo le dije que era de Huelva, de Palos de la
Frontera. Me miró con cara de desconfianza y me dijo que yo no era de Palos. Me
eché a reír y le dije que yo era de Palos de toda la vida. Entonces me preguntó
que si sabía cuántas panaderías había en Palos, y yo le dije que dos, la de “El
Torlo” y la de Juan Hernández. Luego sacó una fotografía de la cartera y me
dijo que si reconocía a alguno de Palos en ella, le dije que sí, que el que
estaba a la derecha era José Rodríguez Rodríguez, “el Portugués”, que también
había navegado en el “Elcano”. No contento con eso me dijo que si yo era de Palos
tenía que haber conocido a José “el Yankee”, le contesté que sí, que a “El
Yankee” le había cortado una pierna el tren y que todo el mundo lo conocía en
Palos. Se abrazó a mí llorando de alegría y me dijo que “El Yankee” era hermano
de su padre y que a su familia la apodaban “El Mono”. Él se llamaba Antonio
Quiriqui.
José Bogado, el Grillo, tercero por la derecha, en
una comida ofrecida a los marineros del Elcano
en Nueva York.
Mientras estuvimos allí venía todos los
días con su mujer y dos cochazos que tenían a recogernos a todos los de Huelva
para llevarnos de paseo por Nueva York. Él ganaba mucho dinero en el muelle con
eso de las grúas. Echaba mano a trabajar a las seis de la mañana y a las doce
ya estaba listo». Bogado no puede evitar la emoción al
relatar este inolvidable encuentro y por momentos se le quiebra la voz. «En mi rancho estábamos el peluquero y yo, y
todos los demás eran cabos. Nos llevábamos muy bien con ellos, fíjate que hasta
nos lavaban las gavetas de la comida. Cuando aquello yo cantaba “medioregular”,
y había otros más de Huelva que sabían cantar, y uno que tocaba la guitarra, en
total éramos ocho. Cuando había misa el páter nos llamaba para cantar; y el
comandante, que era muy aficionado al flamenco, también nos llamaba para que le
cantáramos. Le organizábamos muchas fiestas a bordo. Mi vida en el “Elcano” fue
muy dura los primeros meses, pero gracias a este viaje he recorrido el mundo,
he conocido a mucha gente y he vivido experiencias que nunca olvidaré».
José Bogado Rodríguez sigue viviendo en Palos de la Frontera y disfruta en la actualidad de su merecida jubilación.
Este artículo fue publicado en el periódico Palos Punto Cero en febrero de 2016
José Antonio Mayo Abargues