Un total de nueve
búnkeres, que se construyeron en Huelva durante el periodo de la II Guerra
Mundial, permanecen en las costas onubenses sin que hasta el momento haya
medidas de protección específicas para los mismos, ya que pese a la importancia
histórica que tienen, en la actualidad algunos de ellos están llenos de
pintadas y basuras y sirven como cobijo para vagabundos.
EUROPA PRESS
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Foto: J.A. Mayo |
El profesor de la
Universidad de Huelva (UHU) experto en historia contemporánea Pedro Jesús Feria
ha explicado, en declaraciones a Europa Press, que se han catalogado un total
de nueve búnkeres situados en la Costa de Huelva que se construyeron de
hormigón armado, en grupos de dos o tres.
De lo que se sabe de
estas construcciones, inusuales en España por ser un país que no participó
activamente en la II Guerra Mundial, seis están localizados en Mazagón --para
proteger los accesos a la Ría de Huelva-- y tres en la costa del parque de
Doñana --para cubrir la desembocadura del Guadalquivir--.
Según ha explicado
Feria, los seis de Mazagón están situados: tres en la batería del Picacho,
junto a la urbanización Pinos del Odiel; dos en la avenida de los
Conquistadores, frente a la playa, y uno que permanece enterrado en un parque
público, mientras que los tres de Doñana están situados en la zona conocida
como Punta del Malandar. Además, ha añadido, se sabe que existieron más
búnkeres, que "presumiblemente hoy han desaparecido y que estaban situados
en Punta Umbría".
Los búnkeres fueron
construidos alrededor de 1943, en respuesta a la invasión aliada del norte de
África que se había producido en noviembre de 1942. Durante ese mes, en el
transcurso de la Operación Torch, fuerzas británicas y norteamericanas habían
desembarcado en el Marruecos Francés y Argelia, bajo control del gobierno
colaboracionista de Vichy, con el objetivo de expulsar a los alemanes de África
y utilizar dichos territorios como plataforma para la futura invasión del
continente europeo.
A pesar de que los
embajadores británico y norteamericano en Madrid garantizaron al gobierno español
que dichos desembarcos respetarían la soberanía de los territorios españoles,
Franco, sabiéndose mal visto por los aliados por su amistad con los países del
Eje, y temiendo que los desembarcos aliados se extendiesen a España, el 16 de
noviembre de 1942 ordenó una movilización del ejército.
En ese tiempo fueron
llamadas a filas los cuatro últimos reemplazos --de 1938 a 1941-- y se
desplegaron tropas en el sur de la península, reforzándose la vigilancia de las
costas cercanas al estrecho de Gibraltar.
En este contexto, la
guarnición de Huelva fue reforzada con nuevas tropas, como el Regimiento de
Infantería número 72, que fue desplegado entre Isla Cristina y Mazagón. La
costa fue fortificada, construyéndose un aeródromo militar en la Punta del Sebo
de la capital e instalándose en las playas nidos de ametralladoras y morteros,
baterías de artillería ligera de campaña equipadas con material antiaéreo y
antitanque, baterías de artillería de costa y los búnkeres que hoy permanecen
en pie.
MANO DE OBRA
La mano de obra con la
que se construyeron dichas fortificaciones estaba compuesta, según ha explicado
el profesor Feria, por "presos republicanos capturados al final de la
guerra". En ellas fueron destacados soldados de reemplazo y "su vida
diaria era muy dura": estaban pobremente equipados --generalmente calzados
únicamente con alpargatas de esparto-- y apenas recibían alimentos, lo que
"les condenaba al hambre, aunque el peor enemigo eran los mosquitos, que
propagaban enfermedades como el paludismo, que durante esos años diezmaron a la
tropa".
Todas estas medidas de
precaución ante un posible desembarco fueron abandonándose en el verano de
1943, cuando, tras producirse el desembarco aliado en Sicilia, el peligro de
una invasión a la costa española pareció alejarse definitivamente. Las tropas
fueron desmovilizadas y el dispositivo defensivo fue desmantelándose.
Los búnkeres fueron
abandonados, y "poco a poco quedaron expuestos a los estragos del tiempo,
siendo invadidos por la vegetación, semienterrados por las dunas,
convirtiéndose en vertederos de basura o en residencia de los sin techo y
cubriéndose de pintadas" ha declarado el profesor Feria. El estado de
conservación de los de Doñana es mejor, ya que al permanecer en un paraje
protegido son muchos menos visitados y por ello han sufrido menos el vandalismo
que los de Mazagón.
En 2008 un grupo de
particulares encabezado por José Antonio Mayo presentó a la Delegación de
Cultura de la Junta de Andalucía en Huelva una petición para que fueran
declarados Bien de Interés Cultural, una petición que no ha sido tenida en
cuenta porque no ha pasado el tiempo suficiente como para que la administración
responda con esta figura.
EN EL CATÁLOGO DE
ARQUITECTURA DEFENSIVA DE LA JUNTA
La persona que más se
ha preocupado durante la última década por estas construcciones ha sido un
vecino particular de Mazagón, José Antonio Mayo, quién llevó a cabo toda la
tramitación para la protección de estas construcciones, y aunque en un
principio estas no fueron tenidas en cuenta, finalmente, tras años de batalla
consiguió que al menos estas construcciones fuesen incluidas en el Catálogo de
Arquitectura Defensiva de la Junta de Andalucía.
Mayo, en declaraciones
a Europa Press, ha señalado que ahora estas construcciones "existen
legalmente" ya que hasta hace escasas fechas "ni si quiera tenían
constancia de ellas a efectos legales" por lo que cualquiera las podría
haber derribado.
Según ha asegurado
Mayo, su preocupación por la protección de estas estructuras de carácter
defensivo vino al enterarse de determinados planes urbanísticos en la zona de
los búnkeres que se "podrían haber derribado" si se hubieran llevado
a cabo, por lo que inició la tramitación para dar a conocer su existencia a las
administraciones. Finalmente la crisis inmobiliaria paralizó las obras
previstas y ganó el tiempo suficiente como para que legalmente "no se
puedan tirar estas construcciones".
UN BÚNKER SEMIENTERRADO
EN UN PARQUE PÚBLICO
Mayo ha denunciado que
uno de los búnkeres permanece hoy día semienterrado en un parque público
después de que en una anterior etapa del Ayuntamiento de Moguer el consistorio
tratara de derribarlo. Sin embargo, según ha explicado Mayo, la dureza de la
estructura de hormigón impidió que pudieran derribarlo del todo.
Mayo ha indicado que se
ha reunido con el actual alcalde de Moguer, el socialista Gustavo Cuéllar, para
solicitar que se desentierre el búnker y que en la medida de lo posible se
proceda "a la reconstrucción del mismo", una petición a la que el
alcalde respondió, según Mayo, de forma positiva, aunque hasta el momento no se
ha hecho nada en ese sentido.
Mayo ha denunciado
también que según la ficha que la delegación de Cultura de Huelva ha hecho de
este búnker, este se encuentra en el término municipal de Palos de la Frontera,
algo que según ha podido constatar con el Catastro es "un error", del
mismo modo, en esta ficha se señala respecto a su estado de conservación
"sin deterioro estructural" pese al intento de demolición del que fue
objeto.