Bajo y subo
habitualmente desde la playa a mi casa por la subida de Chicago, desde hace
unos meses contemplo un colchón en la cuesta del barrio. Pensé que cuando
llegara julio el ayuntamiento mandaría a algún operario para retirar el citado
colchón y así no dar una impresión de dejadez a los turistas y veraneantes,
pero que va, ahí sigue el colchón como si fuera una estatua, un monumento a la
vagancia, no por el cómodo artefacto sino por la apatía de quien tiene que
mandar retirar el colchón. Es que queda feo de verdad.
Yo le pediría a quien lo tiró que vaya y lo recoja y que además escriba mil veces; "las cosas no se tiran al suelo, no debo ensuciar mis calles", hay que ser energúmeno para tirar un colchón a la calle, pero una vez demostrada la ausencia de sensibilidad, limpieza y pulcritud por parte de quien lo tiró a un sitio común y público es la administración quien tiene la obligación de retirarlo, para demostrar que cumple con una de sus obligaciones.
¿Qué imagen damos con estas actitudes?, nos retratamos. Por cierto, el enloquecedor generador de la C. Unamuno sigue molestando a los vecinos con su incansable estridencia.
¿Dónde están los que tienen que solucionar estos temas?
Javier Carrión, vecino de Mazagón.