01 julio, 2017

LAS LLAMAS DE MAZAGÓN

Difícil describir la impotencia que sientes cuando lo tuyo, algo que admiras y aprecias, se va consumiendo entre llamas, amenazando además las vidas y pertenencias de tus amigos.

No es casualidad que viva en Mazagón. Lo elegí  pudiendo trabajar en cualquier provincia de España, supongo que eso lo dice todo, este marco incomparable me atrapó, y aunque el fuego lo maltratase, al igual que cualquier obra maestra que pierde un segmento, sigue siendo arte, afortunadamente a día de hoy, este entorno continua presentándose como un paraje de belleza incalculable.

Vaya por delante nuestro agradecimiento a todos los profesionales que han intervenido activamente en las labores de extinción.

Tengo que decir que me parece lamentable que los pertinentes portavoces de las autoridades nos intentasen engañar con que los focos comenzaron de las nueve en adelante, somos cientos los testigos de que se inició horas antes. Esto se le fue a alguien de las manos, sin duda. ¿Qué tranquilidad podemos tener en el nuestro devenir diario?

Lo del tema de los bomberos del Consorcio poco menos que de juzgado de guardia, no requerir su colaboración, es más rechazarla cuando puede haber hasta vidas en peligro, presentándose estos hasta voluntarios sin cobrar. Supongo que la ventaja que tiene venir al mundo no teniendo luces es que probablemente acabarás dando órdenes. Hablamos de un desastre ecológico que se podría haber llevado vidas humanas por delante, por cercanía, la de esos asentamientos de inmigrantes, escondidos entre pinos, de los que poco se ha oído, que bullían camino al  polideportivo de nuestra localidad.

La ley establece un plazo de quince días después del suceso para declarar una zona como catastrófica y poner en marcha el plan de ayuda en ella establecido. Estamos hablando de que han ardido más de ocho mil hectáreas de bosque y matorral, vehículos calcinados e importantes daños a instalaciones.

Dicen que aquí no se puede declarar Zona Catastrófica porque solo se ha quemado una casa. Tal vez si le añadimos las pérdidas de trabajo en el camping, los miles de kilos de piña que no se podrán recolectar, junto a los jornales a ese efecto que se dejarán de pagar, las cajas y reservas de hoteles con miles de usuarios, o que no se han acercado a realizar sus comidas en nuestros restaurantes y bares. Si bien es cierto que una catástrofe ecológica no se puede evaluar, aquí evidentemente se han producido cuantiosas pérdidas que se compensan por alguna granizada en otro lugar. ¿Qué somos, el culo del mundo?

He visto resurgir a un pueblo como al ave fénix que renace sobre las cenizas, con ganas, con solidaridad, invadiendo una convocatoria para crear la plataforma “TODOS CON MAZAGÓN”, en la que era casi imposible entrar, me alegra la actitud de este pueblo en el que vivo.

Pudimos acoger en nuestra casa a una familia, que realmente lo es para nosotros, evacuada, con dos personas de edad avanzada, mientras me acerqué a las cuatro de la madrugada a acompañar a otro miembro de la misma unidad familiar que se quedó por controlar el peligro de perder la vivienda. Vi como pululaban zombis de los hoteles arrastrando sus maletas por la Avenida de los Conquistadores. Afortunadamente, la casa no se les quemó, pero después de dejarlos volver los evacuaron de nuevo, menuda chapuza, la gente pedía mascarillas y ni eso se les podía facilitar para protegerse del humo, ¡qué poco, qué barato y qué necesario en una miseria de plan de evacuación!

Para no ser negativos, no creo que haya en todo el país zona con menos mosquitos, de momento se fueron huyendo del humo, y eso que algún otro de frente estrecha se había olvidado de fumigar y antes del drama los teníamos de todos los tamaños imaginables.

Me contaba una amiga, que no vive aquí, que se había hartado de llorar porque su padre había sido encargado de mantenimiento del Camping Doñana, casualidad que yo fuese socorrista cuando se instalaba allá por los años ochenta durante dos veranos, en uno de los cuales se produjo un incendio en plena temporada difícil de olvidar. Los vehículos colapsaron la salida y de aquellos cuatro mil campistas la mayoría acabaron en la zona de la piscina que me tocaba vigilar.

Bueno, apaguemos las malditas llamas, la descoordinación y la mala información. Muchos comenzamos hoy las vacaciones y, desde luego, uno de los mejores enclaves del mundo para pasarlas es… Mazagón.

Federico Soubrier García