La
riqueza natural de Mazagón está en peligro
Pino afectado por el Barrenillo.
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Los
okupas de los pinos se encuentran cómodos en Mazagón y al parecer se han
instalado aquí para quedarse. Pertenecen a la familia de los coleópteros y su comportamiento es
muy agresivo, siendo los causantes de la muerte de decenas de pinos piñoneros,
el mayor patrimonio natural de esta localidad.
En enero de 2012, el autor de este artículo hizo sonar
la alarma en la prensa sobre la plaga de este coleóptero que está invadiendo
los pinares de Mazagón. El objeto de esta publicación no era otro que el de
informar sobre la muerte de numerosos pinos piñoneros por esta enfermedad y
sensibilizar a la opinión pública y a las autoridades competentes sobre el
problema que se nos venía encima. Pero cinco años después la situación es
idéntica y nada ha cambiado. Decenas de pinos mueren sin que nadie haga algo
para evitarlo.
El Barrenillo del pino no es detectado hasta que no
causa sus primeros efectos. Ataca principalmente a pinos enfermos o debilitados
por la oruga Procesionaria, que provoca defoliaciones en los pinos, abriendo un
camino fácil para el acceso del Barrenillo.
Estos insectos son de color negro y tienen una
longitud de 4 a 5 mm. Su ciclo biológico pasa por los estados de huevo, larva,
pupa y adulto. Es una especie monógama, siendo la hembra la que lleva la voz
cantante en la colonización del pino, haciendo un orificio de penetración
donde se produce el apareamiento. La hembra hace el trabajo fino, labrando
la galería, mientras que el macho se encarga de sacar los escombros, es decir,
retira el serrín hacia el exterior y vigila en la puerta para que la resina que
segrega el pino no tapone la entrada de la galería.
La hembra pone entre 25 y 45 huevos, en unas pequeñas
celdas a ambos lados de la galería, y veinte días después salen las larvas, que
se alimentan de los tejidos vivos del pino, rompiendo los vasos conductores de
la savia y originando su muerte.
Los primeros síntomas del ataque del Barrenillo son la
decoloración o el secado de las ramas, o la presencia de grumos de resina
amarilla en el tronco. Si el ataque ha tenido lugar en las ramas, la afección
repercutirá solo en su crecimiento y es posible que llegue a recuperarse, pero
si es en el tronco, la enfermedad es terminal y el pino se secará rápidamente y
morirá.
Varias
generaciones disfrutaron de la sombra de este pino. Se intentó salvar con
productos químicos, como se puede apreciar en la foto, pero su muerte fue
inevitable. Poco después fue talado.
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Para que la enfermedad no se propague a los pinos
próximos hay que talarlo de inmediato y quemarlo. Contra esta plaga no hay
tratamientos químicos eficaces, ya que este insecto vive la mayor parte de su
vida dentro del árbol, donde estos productos no pueden llegar; aunque se han
realizado estudios experimentales, obteniendo buenos resultados en el entorno
de zonas infestadas para capturar al insecto y evitar la propagación. Consiste
en colocar trampas con cebada, ligada con a-pineno y etanol, en un recipiente
que se recoge cada quince días. Al parecer, esta medida es bastante eficaz y
tiene un mínimo impacto sobre la fauna depredadora.
Para frenar esta plaga y tratar de erradicarla, es
necesaria una implicación seria de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta
de Andalucía en toda la masa forestal, incluidas las parcelas privadas. La
riqueza natural de Mazagón está en peligro.
José Antonio Mayo Abargues