Los fuertes temporales que azotan la costa de Mazagón,
acompañados de las grandes mareas han destrozado el colector de aguas fecales y el emisario de de la urbanización Casas de Bonares. Estas aguas, que discurren
por su peso a través del colector hasta la estación de bombeo situada en la
playa del antiguo Club Náutico, para ser llevadas hasta la depuradora, drenan
ahora a la playa. La historia se vuelve a repetir siete años después de haber
sufrido una situación similar, es como si el tiempo se hubiera quedado detenido
en esta localidad.
No queremos quitarle hierro al asunto porque estamos hablando
de un vertido contaminante muy perjudicial para la salud y el medio ambiente,
pero afortunadamente por este colector ya no se bombean las aguas de toda la
población, como ocurría siete años atrás, ya que éstas circulan por la avenida
Conquistadores en dirección a la depuradora. Es decir, que las únicas aguas que
se vierten al colector son las de los propios vecinos de la urbanización.
Además, en la temporada de invierno hay pocos vecinos habitando las casas, por
lo que el daño es menor. Pero llama enormemente la atención que en la salida
del emisario haya un gran vertido de aguas fecales con restos de materia
sólida. Se supone que el agua que llega aquí tendría que estar completamente
limpia. El hedor en la zona es pestilente.
A pesar de la barrera de piedras que se echaron en su día,
las viviendas han quedado al borde del acantilado y no hay forma posible de
acceder a la playa. Además del colector de fecales, han quedado al descubierto
dos antiguos colectores más que están fuera de servicio.
Esperemos que ahora, a los que les corresponde la
responsabilidad, solucionen de una vez por todas el problema de las aguas
fecales de esta urbanización, trasladando el colector de la playa hacia otro
lugar más adecuado.
Otra cosa es la pérdida de arena que se repite año tras año,
volviendo a ser aportada para paliar provisionalmente estos desastres, pues la
experiencia nos ha demostrado que no es la mejor forma de atajar el problema. Los
miles de metros cúbicos que se aportan después de estos temporales, vuelven a
ser de nuevo engullidos por el mar. Por tanto, el remedio no es aportar arena,
sino evitar que ésta no se vaya. La solución pues, pasa por la construcción de
espigones perpendiculares a la línea de costa para frenar esta pérdida de arena
que se viene dando desde que se construyó el dique Juan Carlos I en la década
de los 80 del siglo XX.
El Plan de Ordenación de costas
de 1977 para Mazagón, tenía previsto construir espigones perpendiculares a la
playa para paliar los efectos del cambio de corrientes marinas y la falta de
aportes de arena, provocados por el dique Juan Carlos I. Este proyecto se tenía
que haber realizado con carácter de urgencia, paralelos a las obras del citado
dique. Sin embargo, sólo se construyeron en la playa de Ciparsa.