José
Luis Gozálvez Escobar, La Inquisición en
Huelva. Judeoconversos, libertarios y Hechiceras. Diseño de cubiertas: David Robles. Huelva editorial Niebla, 2018.ISBN: 978-84-947918-4-0.
El nuevo libro se acerca por primera vez
al gran tema de la Inquisición en el conjunto de la provincia de Huelva. Se
inicia casi con el restablecimiento de la institución, cuando tienen lugar los
terribles sucesos de Aracena de 1481 -28 ajusticiados tras un proceso
sumarísimo a presuntos y modestos judaizantes-. Concluye algo más allá de la abolición
del Tribunal por las Cortes de Cádiz, cuando, tras ser restaurado, se procedía
a la reapertura del expediente de Francisca Romero, la Incendiaria, en 1818. Se le acusaba de delitos de superstición,
hechicería y pacto con el demonio.
Los distintos capítulos del libro siguen
las pautas generales de la historia de la Inquisición española: los inicios
contra los judíos, aquí dramáticamente representadospor la intervención en
Aracena de los mismos inquisidores que habían huido de la peste que afectaba a
Sevilla. Las terribles ejecuciones no fueron, sin embargo,
las que dieron autoridad al Santo Oficio, sino su poder y capacidad en el
ámbito del procedimiento inquisitorial: la arbitrariedad a la hora de aplicar
el concepto de herejía, la infamia en la que caían los procesados, la ruina
económica de las familias, en definitiva, lo que el maestro Bennassar llamó la pedagogía
del miedo, una pedagogía que dio una papel significativo al Santo Oficio en
la Contrarreforma católica.
Para llevar a cabo su
cometido la institución no tuvo suficiente con sus propios empleados. Su escasa
plantilla completaba sus actividades con la ayuda de un numeroso personal
auxiliar que comprendía comisarios, familiares y alguaciles cuyos miembros le
ayudaban a extender sus redes hasta cubrir todo el territorio nacional. Con
cierto detenimiento se han investigadolos familiares de Huelva capital y las
referencias al conjunto de los municipios que conserva la sección de la Inquisición
del Archivo Histórico Nacional.
Entre los más
significativos servidores de la institución se estudian los personajes de Diego
López de Cortegana y el terrible inquisidor de Córdoba Diego Rodríguez Lucero, natural
de Moguer. Otros capítulosrepasanla lucha contra supuestos protestantes; el
acoso a los judíos portugueses en suelo provincial, que coincide con un brote
molinosista en el Condado –una especie de quietismo, la doctrina herética de
Miguel Molinos, un sacerdote español del siglo XVII-; la persecución de los
grandes creadores onubenses desde el siglo XVI al XVIII, como Arias Montano,
Felipe Godínez o Pérez Quintero.
La asechanza contra la superstición y la
hechicería tienen aquí también su protagonismoenMaría Ramírez, la Coja, y Francisca Romero, la Incendiaria, dando cuenta
pormenorizada de sus prácticas estrafalarias.Fueron brujas
y hechiceras a las que procesó la Inquisición en la actual provincia de Huelva.
El primer auto iniciado a mediados del XVIII y, el segundo, a principios del
XIX, aunque prolongado con su reapertura en 1818, cuando estaba a punto de
concluir la vigencia del tribunal. A la Coja se le acusaba de delitos de
superstición al igual que a la Incendiaría, aunque a ésta se le
agregaban acusaciones más graves, como hechicería y pacto demoníaco.
En términos
relativos, María resultó más perjudicada que Francisca, pues, al juzgar a ésta
última, habían desaparecido casi por completo los bríos de la Inquisición de
siglos anteriores.
El libro concluye con una aproximación al
estudio de los familiares y otros
empleados auxiliares del Santo Oficio en Huelva, particulares espías de la
ortodoxia que extendían sus redes por todo el territorio provincial, y el fin
de la institución en el primer tercio del siglo XIX.
A lo largo del siglo
XVII las instancias pertinentes promulgaron la reglamentación más cuantiosa
sobre estos miembros del brazo laico de la Inquisición, los familiares. Este
corpus legislativo descenderá bruscamente durante la Ilustración, para
desaparecer definitivamente en el siglo XIX.
Requisito
imprescindible para su nombramiento era poder certificar su limpieza de
sangre, ejemplaridad de vida, no realizar oficios considerados de baja
clase (carnicero, cortador, zapatero, pastelero, cordonero, cocinero, sastre,
herrero...), ni actividades comerciales, ser hijo legítimo, mayor de 25 años,
no ser clérigo, ni extranjero y vivir con honestidad. Aunquela realidad muestra
a numerosos familiares practicando algunos de los mencionados oficios y
actividades, pues muy pronto desapareció esta restricción, derivada de un viejo
prejuicio de origen tomista sobre el trabajo.
Las Cortes de Cádiz
abrieron un fuerte debate sobre la compatibilidad de la Inquisición y la
Constitución aprobada en 1812. El 22 de enero de 1813 se ratificó por fin —con
90 votos a favor y 60 en contra— el Decreto de Abolición, al que siguieron
varias normas para hacer efectiva su aplicación. En éste ya se ordenaba quitar
todo vestigio alusivo a los condenados por la Inquisición y a sus penas en las
lápidas y otras señales levantadas en cualquier lugar del reino.
Pero lejos de abrir
las puertas a la libertad religiosa, la abolición de los tribunales de la
Inquisición se reducía a su sustitución por unos denominados Tribunales
Protectores de la Fe, resucitados de las Partidas medievales, que
restituían a los obispos la facultad de velar por la ortodoxia en su diócesis,
devolviéndoles la jurisdicción sobre asuntos de fe.
Con todo, vuelto el
absolutismo, el 21 de julio de 1814 se restauró el Santo Oficio. En 1820, con
el Trienio Liberal, volvió a suprimirse. Se reinstauró en parte en la década
ominosa, hasta que, muerto el rey, se suprimió definitivamente en 1834,
cuando ya Huelva era una de las recién estrenadas provincias españolas.
Título de familiar de la Inquisición en favor de Juan Ortiz
(Hinojos, 1679).
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José Luis Gozálvez Escobar,
Doctor en Historia Moderna, ha ejercido docencia universitaria en
Huelva y Sevilla.Junto a su actividad docente e investigadora, es autor de
numerosas publicaciones. Además de varias docenas de artículos en revistas especializadas y
ponencias y comunicaciones en Congresos, destacan los libros: Vida pastoril (Premio
Diputación Provincial de Soria); La formación de la Provincia de Huelva y el
afianzamiento de su capital; Medicina y sociedad en la Huelva de los
siglos XVI-XIX; La Merced, cuatro siglos de Historia; El castillo
de San Pedro (Huelva), función urbana y función social (Premio Universidad
de Huelva y Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva); Historia
e historiadores de Huelva (I Premio de investigación Diego Díaz Hierro); Zenobia
Camprubí con luz propia; La Rábida, naturaleza, historia, cultura; Puerto
Histórico y Castillo de Palos de la Frontera (Huelva): Protagonistas de la
Gesta Colombina cultura; Ave Thunnus; La guerra de Cuba en Huelva. La batalla
naval de Manzanillo en la carta de Carmelo Ruíz a sus padres en Rociana, junto a Antonio Ramírez Almanza; La
ilusión fracasada. Eustaquio Jiménez y Moguer, 1879-1942...o las
ediciones críticas de los libros de Braulio Santamaría, Huelva y la Rábida
y Álvaro Alonso Barba, El arte de los metales.
Ha diseñado y dirigido numerosas exposiciones de temas
históricos: Huelva descubridora, La Huelva del IV Centenario, La Merced,
cuatro siglos de Historia, Magia, mentira y maravillas de las Indias,
Zenobia Camprubí con luz propia, Imago Huelva... y, más recientemente, El
Puerto y el Castillo de Palos de la Frontera, Turner Tables, El
ferrocarril Huelva Zafra, Indianos de Huelva...
Es coautor, junto a Juan José Oña, de una
Guía de Huelva (editorial Everest) y, junto a Antonio Ramírez Almanza,
de La Ruta de la Luz, una edición publicada por El País-Aguilar.
Participa con asiduidad en los medios de comunicación escritos y audiovisuales.