Hoy 29 de mayo se
cumple el 60 aniversario del fallecimiento de Juan Ramón Jiménez una efeméride
que la comunidad educativa de la Blanca Maravilla ha conmemorado con una
emotiva lectura de poemas junto a la tumba en la que descansan los restos del
Nobel y esposa Zenobia. El alcalde Gustavo Cuéllar inició la lectura y realizó
la primera ofrenda floral sobre la lápida.
Junto a Cuéllar, que ostenta también la presidencia de la
Fundación Juan Ramón Jiménez, se dieron cita en el blanco cementerio moguereño
alumnos y alumnas de los cinco centros escolares de la localidad junto a sus
equipos directivos, miembros del gobierno municipal, el director de la
Fundación del Nobel, Antonio Ramírez, personal de esta institución que vela por
legado de Zenobia y Juan Ramón, y admiradores del Andaluz Universal que
quisieron sumarse a este tradicional homenaje que Moguer tributa cada 29 de
mayo al más ilustre de sus hijos.
Lourdes Garrido coloca su ofrenda. |
Además de cumplirse este año el 60 aniversario del fallecimiento de Juan Ramón en el hospital Mimiya de Santurce, en Puerto Rico, se conmemora también el centenario de la primera edición de una de sus obras fundamentales, como fue Eternidades, un poemario con el que el moguereño inicia ese camino de introspección y búsqueda de la poesía pura que sería ya una constante en su trayectoria literaria.
Palabras de Antonio Ramírez. |
Por este motivo los poemas seleccionados este año por la casa-museo para esta lectura de homenaje han sido textos extraídos de Eternidades, una obra esencial para entender la idea juanramoniana de que la poesía es también fuente de luz, porque permite la permanencia y la existencia más allá de la propia muerte, en ese anhelo constante de eternidad que impregnó buena parte de la “obra en marcha” del autor de Platero.
Foto de familia junto a la tumba. |
Entre los poemas a los que dieron lectura el alcalde
moguereño, los concejales Lourdes Garrido, Paqui Griñolo y José Antonio
Rodríguez, y los miembros de las comunidades educativas de los centros
escolares de la ciudad, éste que reproducimos a continuación quizás sea uno de
los más representativos porque nos acerca a esa idea de trascendencia más allá
del tiempo y del espacio que Juan Ramón busca a partir de Eternidades en toda
su poesía posterior.
“Yo no soy yo
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera”.
El homenaje a Juan Ramón en el sexagésimo aniversario de su
muerte concluyó como también es tradicional con la ofrenda sobre su tumba y la
de su esposa y compañera, Zenobia Camprubí, de varios ramos de flores amarillas
de las que tanto gustaban al Nobel moguereño.