LOS
NUEVOS MINISTROS
D.
MANUEL DE BURGOS Y MAZO
En 1893 el Gabinete Azcárraga nombró al señor Burgos director general de Gracia y Justicia del ministerio de Ultramar.
Como rasgo digno de elogio, se recuerda que no quiso percibir su sueldo, y dispuso que fuese entregado a los soldados que venían heridos de la guerra de Cuba.
Extraído de El Tarraconense
17
de enero de 1915
Desde
hace tiempo estaba indicado también el nuevo ministro de Gracia y Justicia para
ocupar un puesto en los Consejos de la Corona, como premio a su lealtad, a sus
méritos personales y a los servicios prestados a su partido.
El
Sr. Burgos, personalidad distinguida y de sólida cultura, goza la estimación y
las simpatías de cuantos le conocen, por sus condiciones de integridad y de
inteligencia.
En
los cargos que antes de ahora desempeñó, supo demostrar aquellas cualidades, haciéndose
acreedor al aplauso. En las campañas que realizó en el Parlamento, demostró
también sus dotes de orador excelente, que estudia a fondo las cuestiones.
Llega, pues, al Ministerio por merecimientos que todos reconocen.
El
Sr. Burgos nació en Moguer (Huelva) el año 1863, estudió carrera de Derecho en
la Universidad de Sevilla, y se doctoró en la Central.
Desde
su juventud figuró en política, comenzando por ser diputado provincial en
Huelva. De tal modo que se destacó su personalidad en la Corporación, que
pronto sus amigos y correligionarios le elevaron al cargo de presidente y le
otorgaron la jefatura de la política local.
En
la dirección del partido liberal conservador de Huelva trabajó con gran
entusiasmo, y logró tales éxitos, que el ilustre Cánovas del Castillo le
felicitó en diversas ocasiones.
El
visitar Cánovas aquella provincia, con motivo de las fiestas del centenario de
Colón, pudo comprobar la legítima influencia de que gozaba Burgos en toda la
provincia, y el cariño que le profesaban sus paisanos, por las grandes mejoras
debidas a su iniciativa.
En
1893 vino por primera vez al Congreso, representando al distrito de La Palma,
que años después fue unido al de Huelva, para constituir la circunscripción.
Desde
esa fecha, el Sr. Burgos y Mazo ha venido siendo diputado a Cortes por la
capital onubense, hasta el Parlamento actual, en el que juró el cargo de
senador vitalicio, para el que fue nombrado por S.M., a propuesta del Gabinete
que preside el Sr. Dato.
Bajo
la dirección del Sr. Burgos y Mazo, el partido conservador de Huelva ha dado
pruebas de extraordinario vigor y disciplina, ensanchándose la agrupación en
tales términos, que ha sido aquella de las más numerosas y entusiastas de las
organizaciones provinciales.
En
1893 el Gabinete Azcárraga nombró al señor Burgos director general de Gracia y
Justicia del ministerio de Ultramar.
Como
rasgo digno de elogio, se recuerda que no quiso percibir su sueldo, y dispuso
que fuese entregado a los soldados que venían heridos de la guerra de Cuba.
El
Gobierno que presidió el señor Silvela le nombró en 1899 director general de
Prisiones; cargo que dimitió al anunciarse un proyecto de ley de
incompatibilidades de los representantes parlamentarios con los puestos
administrativos; proyecto que no llegó a ser presentado.
Desempeñó
después el Sr. Burgos la subsecretaría de Gracia y Justicia, y en tiempos del
último Gabinete que presidió el Sr. Silvela, el de director general de Obras
públicas.
En
todos estos cargos dejó gratos recuerdos de su laboriosidad, de su clara
inteligencia y de su caballerosidad.
En
el Parlamento ha trabajado mucho, formando parte de diversas Comisiones.
Fue
secretario de la Comisión del Congreso que presidió Romero Robledo en 1896,
encargada de la contestación al Mensaje de la Corona, y discutió elocuentemente
con el Sr. León y Castillo.
En
1905 el Congreso le eligió para el cargo de vicepresidente.
Es
literato de una gran cultura, y estudia con afán los problemas sociales.
Su
última obra, La democracia cristiana,
de la cual se ha publicado un tomo, que
lleva prologo del ilustre jefe del Gobierno, ha obtenido un gran éxito.
Por
sus condiciones de rectitud, su clara inteligencia y su lealtad al partido
conservador, el nombramiento de Burgos y Mazo merecerá generales elogios.