DETALLES
DE UN COMBATE
Faro de Mazagón |
La Correspondencia
de España, diario universal de noticias
16 de junio de 1917
En
el diario de Huelva La Provincia leemos una interesante información, de la que
entresacamos los párrafos siguientes. Se refiere al vapor italiano Deipara:
El capitán se llama Fortunato Marini. Es joven, como de
unos treinta años de edad, muy rubio y con tez curtida por las brisas del mar.
Exprésase con fuego y vivacidad puramente meridionales, siendo persona en
extremo comunicativa y simpática.
Díjonos que era la primera vez que arribaba á Huelva,
aunque el Deipara había visitado
muchas veces nuestro puerto. Había salido de Sundherland, con 2.900 toneladas
de carbón, dirigiéndose, al amparo de la costa para evitar encuentros con los
submarinos, no á Génova, como se había dicho, sino á Gibraltar, donde debía
recibir órdenes de la Casa armadora. La travesía la hizo tranquilamente, pues
sólo encontró un submarino de gran porte á la altura del Cabo Ortegal, el cual
continuó su rumbo sin detenerle, acaso por no ser ésta su misión ó por
confundirle con un buque español. Al llegar á unas tres millas de la barra dice
el capitán que avistó unas embarcaciones pesqueras, á las cuales preguntó si
habían notado en aquellas aguas la presencia de algún submarino, contestándoles
sus tripulantes negativamente. A los pocos momentos vió otra barca, tripulada
por cuatro marineros, y al hacerles la misma pregunta, contestáronle por señas
que un submarino, poco antes, había hundido allí á cañonazos un vapor.
Un vaporcito acompañó al Deipara durante algunos minutos, con el fin de evitar que tropezara
en la almadraba. Con las naturales precauciones continuó su marcha, y á los
diez minutos de haber recibido el salvador aviso vió surgir al submarino frente
á la almadraba de la Cinta y á unos trescientos metros, aproximadamente, de su
barco. El sumergible le disparó un cañonazo, sin duda con el objeto de que se
detuviera. El proyectil, que quedó corto, levantó una enorme columna de agua y
espuma. El submarino daba la proa al buque, que ocupaba la misma posición con
respecto á su enemigo. Pero como el Deipara
estaba prevenido, en lugar de arredrarse ante la agresión y detenerse,
evolucionó hábilmente hacia la costa, al mismo tiempo que contestaba al
sumergible haciéndole dos disparos con su cañón. El sumergible giró, poniéndose
frente á la almadraba, haciendo otros tres disparos contra el buque. Sin duda
tenía previsto que el Deipara se
detendría, porque los proyectiles esta vez quedaron largos, pasando por encima
del vapor.
Dice el capitán que al pasar por encima del buque los
proyectiles, percibió idéntico ruido que el que hace un aeroplano cuando vuela
á regular altura. Siempre evolucionando hacia la costa, el navío italiano
volvió a disparar, cayendo tan cerca el proyectil, que el submarino, advertido
del peligro, se sumergió desapareciendo. El
Deipara continuó evolucionando hacia la costa, y á los pocos minutos,
cuando ya estaba á poca distancia de tierra, volvió á aparecer el submarino
ante la almadraba de la Cinta. La posición, pues, era la siguiente, según
refiere el capitán Marini: ante la almadraba, el sumergible, y entre éste y la
costa, el buque mercante.
Comprendiendo el capitán italiano que no había que perder
tiempo, hizo otros dos disparos, cayendo también los proyectiles muy cerca del
submarino, que esta vez se hundió sin contestar á los cañonazos. Advierte el
capitán que los alemanes le atacaron siempre por la proa, lo cual demuestra que
estaban en acecho.
—En estos momentos—díjonos el capitán—hube de pensar que
no podía continuar navegando, pues indudablemente el submarino aprovecharía la
noche para agredirnos impunemente. Decidí, pues, ganar tierra á todo trance, y
tanto me arrimé a la costa, que á poco quedo varado el buque en un banco de
arena. Para salir de este nuevo apuro, poniendo la máquina a toda marcha, logré
poner a flote el Deipara por sus
propios medios. Siempre arrimado á la costa lo más posible, sin pensar en que
pudiera varar de nuevo el navío, logramos llegar a Huelva á las ocho de la
noche, sanos y salvos, lo cual no ha sido poca suerte.
Después del relato agrega La Provincia algunos comentarios, de los que reproducimos estas
líneas:
«La certidumbre de que los submarinos alemanes han
escogido como teatro de sus operaciones las aguas de Huelva ha producido enorme
sensación en nuestra capital. Los comentarios son variadísimos; pero
unánimemente se opina que los alemanes pueden maniobrar en nuestras aguas
porque tienen próximas bases de aprovisionamiento.»