Páginas

19 diciembre, 2018

RECORDANDO EL PASADO. Submarino bombardea vapor italiano junto a la almadraba de la Cinta

DETALLES DE UN COMBATE
Faro de Mazagón

            La Correspondencia de España, diario universal de noticias

16 de junio de 1917

En el diario de Huelva La Provincia leemos una interesante información, de la que entresacamos los párrafos siguientes. Se refiere al vapor italiano Deipara:

            El capitán se llama Fortunato Marini. Es joven, como de unos treinta años de edad, muy rubio y con tez curtida por las brisas del mar. Exprésase con fuego y vivacidad puramente meridionales, siendo persona en extremo comunicativa y simpática.

            Díjonos que era la primera vez que arribaba á Huelva, aunque el Deipara había visitado muchas veces nuestro puerto. Había salido de Sundherland, con 2.900 toneladas de carbón, dirigiéndose, al amparo de la costa para evitar encuentros con los submarinos, no á Génova, como se había dicho, sino á Gibraltar, donde debía recibir órdenes de la Casa armadora. La travesía la hizo tranquilamente, pues sólo encontró un submarino de gran porte á la altura del Cabo Ortegal, el cual continuó su rumbo sin detenerle, acaso por no ser ésta su misión ó por confundirle con un buque español. Al llegar á unas tres millas de la barra dice el capitán que avistó unas embarcaciones pesqueras, á las cuales preguntó si habían notado en aquellas aguas la presencia de algún submarino, contestándoles sus tripulantes negativamente. A los pocos momentos vió otra barca, tripulada por cuatro marineros, y al hacerles la misma pregunta, contestáronle por señas que un submarino, poco antes, había hundido allí á cañonazos un vapor.

            Un vaporcito acompañó al Deipara durante algunos minutos, con el fin de evitar que tropezara en la almadraba. Con las naturales precauciones continuó su marcha, y á los diez minutos de haber recibido el salvador aviso vió surgir al submarino frente á la almadraba de la Cinta y á unos trescientos metros, aproximadamente, de su barco. El sumergible le disparó un cañonazo, sin duda con el objeto de que se detuviera. El proyectil, que quedó corto, levantó una enorme columna de agua y espuma. El submarino daba la proa al buque, que ocupaba la misma posición con respecto á su enemigo. Pero como el Deipara estaba prevenido, en lugar de arredrarse ante la agresión y detenerse, evolucionó hábilmente hacia la costa, al mismo tiempo que contestaba al sumergible haciéndole dos disparos con su cañón. El sumergible giró, poniéndose frente á la almadraba, haciendo otros tres disparos contra el buque. Sin duda tenía previsto que el Deipara se detendría, porque los proyectiles esta vez quedaron largos, pasando por encima del vapor.

            Dice el capitán que al pasar por encima del buque los proyectiles, percibió idéntico ruido que el que hace un aeroplano cuando vuela á regular altura. Siempre evolucionando hacia la costa, el navío italiano volvió a disparar, cayendo tan cerca el proyectil, que el submarino, advertido del peligro, se sumergió desapareciendo. El Deipara continuó evolucionando hacia la costa, y á los pocos minutos, cuando ya estaba á poca distancia de tierra, volvió á aparecer el submarino ante la almadraba de la Cinta. La posición, pues, era la siguiente, según refiere el capitán Marini: ante la almadraba, el sumergible, y entre éste y la costa, el buque mercante.

            Comprendiendo el capitán italiano que no había que perder tiempo, hizo otros dos disparos, cayendo también los proyectiles muy cerca del submarino, que esta vez se hundió sin contestar á los cañonazos. Advierte el capitán que los alemanes le atacaron siempre por la proa, lo cual demuestra que estaban en acecho.

            —En estos momentos—díjonos el capitán—hube de pensar que no podía continuar navegando, pues indudablemente el submarino aprovecharía la noche para agredirnos impunemente. Decidí, pues, ganar tierra á todo trance, y tanto me arrimé a la costa, que á poco quedo varado el buque en un banco de arena. Para salir de este nuevo apuro, poniendo la máquina a toda marcha, logré poner a flote el Deipara por sus propios medios. Siempre arrimado á la costa lo más posible, sin pensar en que pudiera varar de nuevo el navío, logramos llegar a Huelva á las ocho de la noche, sanos y salvos, lo cual no ha sido poca suerte.

            Después del relato agrega La Provincia algunos comentarios, de los que reproducimos estas líneas:
            «La certidumbre de que los submarinos alemanes han escogido como teatro de sus operaciones las aguas de Huelva ha producido enorme sensación en nuestra capital. Los comentarios son variadísimos; pero unánimemente se opina que los alemanes pueden maniobrar en nuestras aguas porque tienen próximas bases de aprovisionamiento.»