14 diciembre, 2018

REFLEXIONES SOBRE EL PUENTE DEL TINTO


Los puentes sobre los ríos Odiel y Tinto, inaugurados el 19 de marzo de 1969 por el ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz, no se construyeron para comunicar a los vecinos de los pueblos de uno y otro lado de los ríos con la capital, sino para fines industriales. La finalidad del Puente Sifón o de Santa Eulalia, construido sobre el río Odiel, no era otra que la de llevar la conducción de agua procedente del embalse del río Piedras para el suministro de la industria, a través de un acueducto que fue aprovechado como base de una carretera que unió a la localidad de Corrales con Huelva. En 1993 se abrió un segundo puente paralelo a éste, que vino a descongestionar el tráfico y a preservar de daños su estructura, pensada únicamente para abastecer de agua a la industria.

El puente sobre el río Tinto, popularmente conocido como “Puente de Colón”, se construyó para comunicar a Huelva con el nuevo polo de promoción industrial, siendo la pionera de la industria de este lado del río la refinería Río Gulf, cuya carretera de acceso fue inaugurada también ese mismo día.

Este último puente, de aproximadamente un kilómetro de longitud, con cuatro carriles de circulación y dos vías de ferrocarril, fue considerado en aquellos años como uno de los más anchos de España. Su cimentación se inició en abril de 1968 y su construcción fue muy rápida, ya que era totalmente prefabricado, y en diciembre de ese mismo año empezaron a circular los primeros vehículos, aunque no fue inaugurado hasta el 19 de marzo de 1969.

Por el enorme volumen de tráfico pesado que este puente soporta a diario, requiere un mayor cuidado y un mantenimiento especial para evitar problemas estructurales y alargar su vida útil. Sin embargo, cuando se va a cumplir medio siglo de su inauguración, el “Puente de Colón” presenta un estado lamentable con un pavimento intransitable que pone en peligro la seguridad de los conductores. Si esto ocurre con esta degradación que está a la vista de todos, cabe preguntarse si su estructura es segura después de cincuenta años… Recordemos la reciente tragedia del derrumbe del puente Morandi de Génova, debido al deterioro de los materiales.


Mientras que en los puentes sobre el río Odiel se han realizado numerosas obras de mantenimiento y mejoras del tráfico durante todo este tiempo, el “Puente de Colón” solo ha sido objeto de reparaciones básicas de las juntas de dilatación y de la aplicación de algunas capas de aglomerado.

Recientemente, el diario El País dio a conocer el mal estado de algunos puentes, y afirmaba que solo el 6,5% de estas infraestructuras no presentan anomalías de ningún tipo, aunque el Ministerio de Fomento se negaba a desvelar la patología de los que sí las presentan, recogidas en la base de datos del Sistema de Gestión de Puentes (SGP),  por motivos de seguridad. La respuesta por parte del Gobierno no se hizo esperar, y el pasado martes el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, aseguraba en un foro organizado por el periódico elEconomista, que el Gobierno pondrá en marcha una serie de medidas para mejorar el sistema de mantenimiento y conservación de puentes y pontones.

Pronto volveremos a estar en época de elecciones, y se volverán a anunciar a bombo y platillo la construcción de obras faraónicas de nuevos puentes que ilusionarán a más de uno, pero se quedarán en agua de borrajas y no irán más allá de una promesa electoral.

José Antonio Mayo Abargues