Vicente Quiroga
Murió hace una semana.
La noticia me llegaba de noche, fría y desolada, como suelen llegar ahora las
noticias en el what-sapp. Breve y luctuosamente concisa y lacerante, con el
escalofrío que te acongoja y estremece: "Mazagón está de luto. Alonso ha muerto".
En Mazagón todo el mundo conocía a Alonso. Formaba parte de su historia, era su
misma historia, la historia viva de esta zona privilegiada de nuestro litoral.
Varias veces escribí aquí sobre él, conocedor aventajado de sus parajes
singulares. Porque él, fundido en la misma Naturaleza, que fue maestra en su
vida y en la que se había desenvuelto su trabajo y su denodada dedicación, fue
uno de los más destacados artífices del Mazagón que hoy vivimos y disfrutamos.
Así era Alonso Martín Díaz, el "viejo campesino", como a él le
gustaba llamarse. Así titulaba sus memorias, publicadas hace unos años,
-profusamente ilustradas y documentadas- que eran el emocionado testimonio, el
mejor vestigio de esa decisiva evolución que vivió este territorio que tan bien
conocía y amaba. Adversas circunstancias, como las que afectaron a tantos
otros, determinaron su traslado a Mazagón y transmutaron su situación social,
obligándole a trabajar duramente siendo un niño y a identificarse con la
naturaleza que fue el eje vital de su existencia. En largas conversaciones me
contaba como este precioso enclave costero, al que sus pueblos matrices
ignoraban - aún siguen así-, fue objeto de trascendentales cambios, cuando el
Estado adquirió estas tierras incultas emprendiendo una inmensa repoblación
forestal, que dio trabajo a muchas familias y fijó las dunas, repobladas con
intensos trabajos de desmonte y plantaciones diversas. Hace algunos años Medio
Ambiente requirió de Alonso, antiguo guarda forestal del Estado, de su
extraordinaria experiencia y su mucha sabiduría acumulada a lo largo de los
años, sobre estos lugares, para la localización de pinos centenarios y lagunas
abundantes en este territorio de Mazagón.
Fuente: Huelva Información
Leer más en Huelva Información